(Artículo publicado el 22 de diciembre de 2015)
Quedé sorprendido el otro día. Si a mí me dicen que me van a regalar un ordenador y diez años después sigo escribiendo en un Pentium 386 -¿se acuerdan?, qué mamotreto; y qué limitadito- desde luego que si me ponen un micrófono delante no iba a desaprovechar la ocasión de sacarle los colores a alguno, que para eso, entre otras cosas, están el cuarto poder y las hemerotecas, que parece que por estos lares no se estilan en demasía.
Y digo que me sorprendió la aquiescencia y la sumisión que transmitió el presidente de la Comunidad de Regantes del Canal Bajo del Alberche cuando el otro día acudió al Ayuntamiento de Talavera a apoyar, en el enésimo ‘pase misí’ -como el resto de la sociedad talaverana-, ese decálogo de intenciones del alcalde de la ciudad que se ha hecho llamar de forma grandilocuente: ‘decálogo de proyectos irrenunciables para Talavera’. La ciudadanía quiere hechos no intenciones, pero en fin.
A lo mejor estoy equivocado y lo que a mí me pareció aquiescencia y sumisión eran en verdad resignación y hastío; incluso digo más, pudiera ser una nueva estrategia del colectivo basada en transmitir cierta indolencia y cierto desprecio a ver si así los señores del también muy rimbombante Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y su filial Confederación Hidrográfica del Tajo tienen a bien cumplir con lo prometido y atienden a los casi 3.000 regantes de nuestra vega, tras la burla de gastarse este verano 400.000 euros en una playa de agua contaminada o de autorizar trasvases en prealerta de sequía que la justicia dirá si fueron legales o no, aunque poco o nada importará ya.
Y es que, resumiendo y en números redondos, son más de diez años desde que se redactó el plan de renovación de sistemas de riego del Canal Bajo del Alberche, catalogado como “prioritario” para más inri; siete desde que se aprobó; seis desde que salió publicado en el BOE; casi dos desde que se incluyó en el ‘Plan de Actuaciones Prioritarias’ del Magrama; y siete meses desde que el secretario de Estado de Medio Ambiente “garantizaba”, durante su visita a Talavera, que se “licitará después del verano la modernización, ampliación y sustitución de bombeos del arroyo de Las Parras.
Jaime Ramos dijo el otro día que a esta demanda “hay que darle un empuje importante… y se lo vamos a dar”. Yo no soy de emplear violencia y menos si -es un suponer- con ese empujón los de la CHT acaban en los ojos del Guadiana buscando por dónde desaparece en vez de en el Tajo. Y, por supuesto, rechazo de pleno puñetazos cobardes y antidemocráticos. Sin embargo, no se me hubiera escapado la oportunidad de sacarle públicamente los colores a los que tanto prometieron y nada cumplieron y que quedara constancia, porque constancia de todo esto no quedó el otro día. Son puntos de vista, claro está, o simplemente estrategia.
