La primera vez que me asomé a esta balcón -allá por aquel extraño cálido invierno, cuando Ahoraclm acababa de ver la luz- ya adelanté que esa placida paz que siempre ha reinado en la Diputación Provincial se había roto. El detonante, como ya expliqué, fue aquella denuncia del PP que hizo posible que José Gutiérrez no pudiera presentarse como candidato a la alcaldía talaverana, pese a que todo indicaba –como así fue- que quedaría en agua de borrajas.
Esta acción acabó con esa serie de favores mutuos que hasta entonces las dos fuerzas políticas que han gobernando la institución provincial se venían haciendo: una desde el poder y otra desde la oposición. Tras los últimos comicios municipales, el PP dejó el gobierno y el PSOE, con el apoyo de IU y Ciudadanos, retomó una presidencia que había ejercido los ocho años anteriores.
Arturo García-Tizón pasó a la oposición, aunque todo este tiempo ha estado más pendiente de la política nacional que la provincial o local y, por tanto, más metido en su labor de diputado en el congreso que en la de diputado provincial y concejal. Ahora está inmerso en repetir en la candidatura a la sede de la Carrera de San Jerónimo, pero con un ojo en que también ocurre por aquí.
Y es que García-Tizón, por su experiencia, sabe que, si no gobierna el PP a nivel nacional, su puesto como presidente del partido en Toledo es fácil que pase a otras manos en el proceso de renovación que se iniciará. Pero hasta que se confirmen definitivamente que el nombre de Tizón vuelva a estar impreso en la papeleta del PP para las elecciones de junio, él deberá de intentar que esa guerra que se dirime en la Diputación no le pase factura en lo que al número de votos a cosechar se refiere.
Por ello, intentará que el ‘caso de los pisos’ no le suponga mucho desgaste o, al menos, que le afecte menos de lo que le perjudicó el proyecto fallido del “puerto” de Ciudad de Vascos y, por eso, ha salido a defenderse tras el varapalo que la justicia le ha dado pronunciándose en contra de la selección realizada para acceder a uno de los programas de empleo que puso en marcha cuando él ejercía de presidente. Acciones encaminadas a lavar su imagen y no perder apoyos electorales.
El PP inició la guerra en la Diputación y se cobró una pieza importante: la persona que estaba destinada a dirigir el cambio del PSOE en la Ciudad de la Cerámica. Ahora, se libra otra batalla y los populares pueden perder otro gran activo: la del presidente provincial del partido. Y es que aquellos barros han traído estos lodos.