No todos los días los clubes deportivos de fútbol cumplen medio centenar de años. La Asociación Deportiva Torpedo 66 ya lo ha hecho y se ha convertido en el club de fútbol más antiguo de la comarca de Talavera y en uno de los más veteranos de Castilla-La Mancha. Y para festejarlo, su junta directiva y, todo el pueblo de Cebolla, montaron una fiesta en la que no faltó el presidente regional, Emiliano García-Page, ni tampoco Álvaro Gutiérrez, presidente de la Diputación Provincial.
Y es que el Torpedo 66 es santo y seña en el mundo futbolístico de la provincia de Toledo, Page dice que de la región, porque siempre ha deambulado por las distintas categorías en las que ha militado con señorío y haciendo gala de compañerismo con los clubes rivales. No importó que descendiera a los infiernos futbolísticos, cuando militó en las categorías más bajas de regional, ni tampoco que tocara el cielo con las manos, cuando disputó la fase de ascenso a Segunda división B. El Torpedo siempre compitió en buena lid.
Es difícil discernir quién fue su mejor presidente. Ha tenido muchos y buenos, pero, a mi juicio, tres de ellos merecen mención especial: Felipe Yuste, José Ramón Madrid y Juan Carlos Blanco, el actual. El primero supo lidiar con una gran plantilla y con su posterior deterioro, el segundo le llevó al club a las cotas más altas y el tercero ha sabido bailar con la época más desagradable del Torpedo 66. Vaya este reconocimiento para ellos desde el aquí.
Un día de estos, acompañado con exfutbolistas del club, vamos a intentar confeccionar la alineación ideal de toda la historia; pero así, a bote pronto, hay jugadores que han sido únicos. No hay que dejar aparte a aquellos que -antes de llegar a Cebolla- actuaron en Segunda división B –leáse Jacinto, Josué, Víctor y demás-, ni tampoco se nos pueden escapar nombres como Pepe Cedena, Santi, España, Martín, Loren, Jesús y todos aquellos que lograron ascensos; pero los mejores, sin duda, han sido Malery y Jesús Malta.
Es verdad, que estos dos últimos actuaban arropados por una defensa de aúpa, que repartía a conciencia, pero han sido el no va más. Malery, padre del portero Machuca y del delantero que también ha sido homenajeado por el club, era un pulmón, abarcaba mucho campo y sabía lo que hacía con el esférico. Por su parte, Malta era un exquisito futbolistas, de pelo afro entonces, que combinaba muy bien la velocidad, con el dribling y el tiro a puerta. Con poco más de cincuenta kilos, fue muchas veces máximo goleador del grupo.
Son recuerdos que vienen a la mente ahora que el Torpedo ha cumplido cincuenta años. Felicidades al club y a Cebolla.