Finalmente ganó Pedro Sánchez las primarias del PSOE contra todo el aparato oficial, y contando con los votos mayoritarios de una gran masa de afiliados tan anónimos como descontentos con la deriva de su partido. El mérito de Sánchez fue conectar con un sentimiento básico entre la militancia izquierdista del PSOE que parecía haberse diluido con el paso de los años. Su diagnóstico fue el correcto y por ello fue premiado con la secretaría general. Pero a partir de ahora empiezan sus problemas de verdad. La militancia ha dicho alto y claro que quiere una profunda renovación en el partido; una renovación en la que no pueden estar presentes ni las viejas caras ni las viejas formas. Está por ver si Sánchez tendrá intención y capacidad de afrontar una labor de esa magnitud. Personalmente albergo grandes dudas al respecto.
Los primeros pasos de Sánchez al frente de la Secretaría General parecen demasiado sutiles, aunque, por supuesto, aún hay mucho tiempo para afrontar las reformas de calado que precisa el PSOE. A riesgo de equivocarme, mucho me temo que apenas se desarrollará un lavado de cara de las viejas estructuras.
Es precisamente este el gran drama de la izquierda europea. Es por esto que las opciones políticas aparentemente más progresistas naufragan con insistencia en los diferentes procesos electorales. Es por esto que en España, un partido corrompido hasta la médula, sigue siendo el más votado.
La clave radica en que, al igual que hizo Pedro Sánchez ante las primarias de su partido, el diagnóstico que realiza la izquierda de la realidad es mayoritariamente correcto. El desastre y la injusticia de las políticas neoliberales es obvio para un elevadísimo porcentaje de la ciudadanía. Pero el muro, por ahora insalvable, al que se enfrentan estas opciones políticas es la carencia de un modelo alternativo; de una propuesta sólida y claramente estructurada de un programa social, y sobre todo económico, a las tesis imperantes neoliberales. Es decir, no es suficiente con criticar lo que sucede en la actualidad, aunque se sea certero en el análisis. Hay que ponerse el mono de trabajo ideológico y desarrollar un programa de gobierno verdaderamente honesto y de progreso.
Estamos hartos de ver como en cuanto partidos como el PSOE llegan al gobierno, se quitan la piel de lobo y se muestran como corderos sumisos a los grandes poderes económicos. Nos dicen que no hay alternativa y entran en juego las perniciosas puertas giratorias. La primera vez que nos abofetearon con esta realidad fue cuando el referéndum de la OTAN. Desde entonces el mecanismo se ha repetido en infinidad de ocasiones, y la frustración generada ante las expectativas es mucha.
En España han surgido nuevas alternativas desde la izquierda, fundamentalmente Podemos. Pero la formación morada cae de nuevo en la misma trampa. Su diagnóstico de la realidad es mayoritariamente correcto; pero ¿cuál es la alternativa?. Es precisamente ahí donde se naufraga estrepitosamente. La carencia de un discurso y de una propuesta alternativa es clamorosa; y cuando ésta se realiza, las dudas al respecto son más que notables. Por un lado, la ausencia de proyecto serio y contundente conduce a continuas rectificaciones, modificaciones sobre la marcha, y la tan endémica chapuza hispana. Y por otro, los antecedentes son poco esperanzadores, hemos visto como en Grecia, el gobierno de Syriza claudicaba estrepitosamente, teniendo que dar su brazo a torcer ante el pulso con la troika comunitaria. Lo que en periodo electoral era una oposición férrea al régimen neoliberal de Bruselas y a la política de rescates financieros y recortes se ha transformado en una asunción de los mismos provocada por una absoluta carencia de alternativa sólida. Lo mismo que les ha sucedido a todos los gobiernos de corte socialdemócrata en la actual Unión Europea: que en la oposición mantienen un discurso progresista y de izquierdas y cuando gobiernan ejecutan las mismas políticas económicas que los partidos más conservadores.
Muchos todavía seguimos esperando esa verdadera alternativa sólida y fiable desde el progresismo y la izquierda. No nos conformamos con la resignación que habitualmente imponen este tipo de gobiernos ante la poderosa “realidad económica”. No queremos que gracias a esta contradicción se alimenten más y más los`partidos de ultraderecha.
Y en este sentido, y regresando al principio, creo que la única alternativa que tiene Pedro Sánchez en el PSOE es emprender una poderosa huida hacia delante, cortando todas las cabezas que tenga que cortar y dando un vuelco absoluto al centenario partido. Sus militantes y sus votantes así se lo han exigido. Todo lo que no sea hacer esto supondrá un fracaso absoluto, tanto dentro del partido, como en futuras citas electorales.
