Pintan caras y afilan hachas aunque de momento sólo enarbolan alegaciones documentadas, bolígrafos y firmas en la Eatim de Gamonal, que no está dispuesta a que le planten una granja porcina –luego dicen que vendría la segunda- cuya población superaría en siete a la del propio municipio.
Siempre que voy y vengo de Madrid, a la altura de Santa Olalla, me viene a la nariz ese característico olor que tengo que reconocer no me desagrada como tampoco el del estiércol, la gasolina o el de mi metano –qué guarro soy, ¿no?-, pero claro, sólo por unos segunditos. Vivir con ese/os perfume/s a todas horas se me haría insoportable. Y en día de viento ‘favorable’…¡cago en mis muelas!
El caso es que ahí está el proyecto presentado, rebotado desde la vecina Calera y Chozas que dijo ¡aquí no! y ¡hemos dicho que no! Debe haber una plaga, alguna subvención se barrunta o algo va a cambiar en este negocio, esperemos que no sea el precio, porque por otras zonas de la comarca también andan otros empresarios en busca de asentamiento. Un alcalde muy flamenco ya ha dicho que “¡aquí tampoco queremos cerdos! y haremos lo que sea. Vamos, que no se van a implantar”.
El de Gamonal parece que tampoco está por la labor pero hay miedo entre los habitantes a que tire de los famosos informes de los técnicos municipales, que tan socorridos son en el ayuntamiento mayor, y que dirán que la granja cumple con la distancia reglamentaria al núcleo de población, que las balsas de purines presentarán suficientes garantías de seguridad, que no filtrarán a los acuíferos, que… bla, bla, bla. Lo lógico cuando se aplica la ley a rajatabla o no se ha cambiado a tiempo.
De momento, el único humo es el de la pipa de la paz pero se preparan ya hogueras de guerra en Gamonal porque no quieren que les cambien el nombre de su municipio con el cachondeito o guasa innata de la zona. Y esto tiene en jaque a su alcalde (con q, mal pensados, ahora lo entenderán) al que no le van a permitir enrocarse. Otro dolor de muelas. ¡Vaya añito!
