Tan estúpido es decir que la culpa de lo que nos pasa es de todos menos nuestra, como lo contrario. Y tan mezquino es creer que por tener filiación política ya nada de lo que se diga es válido, como creer que por no tener filiación conocida se es más independiente que nadie. Pero en este maniqueo de mentecatos no voy a entrar, me aburre, me asquea y lo que es peor, es absolutamente improductivo.
Es muy triste comprobar que los que llevan toda la vida en la poltrona, aupados y sostenidos por los votantes talaveranos, si no recuerdo mal, no tienen la más mínima respuesta para solventar nuestros males. Pero es más triste aún que los que se proclaman como adalides de la independencia y del talaveranismo, más allá de señalar culpables, no plantean nada que sirva para algo interesante.
Entre los ineptos del pasado y el presente, y los iluminados del futuro, estamos apañados. Pero en fin, sigamos a lo nuestro.
En estos días ha causado mucho revuelo el tema de la universidad privada que pretende ubicarse en Talavera. Como siempre en esta ciudad cualquier cosa cuesta un dolor y en vez de buscar soluciones nos empeñamos en poner palos en las ruedas.
No sé si el proyecto fructificará o no, no sé si supondrá una inversión grande o pequeña en la ciudad y no sé si los promotores son más de fiar o menos. Y la verdad es que me da lo mismo. Las administraciones lo que tienen que hacer es, con la ley en la mano, favorecer cualquier iniciativa empresarial que pretenda la creación de riqueza. Todo lo demás es marear la perdiz.
Lo malo es cuando desde las poltronas políticas y sus sucursales se pretende sacar tajada y no se resignan a quedarse sin algo en las uñas. Cuando lo que prevalece es endosar el terreno del amigo, o elevar los precios para aprovechar la coyuntura, o ver si por aquí o por allá se nos caen unos garajes o vete a saber el qué, estamos ante la rapiña más despreciable que ha caracterizado a la forma de actuar de muchos egregios prohombres de Talavera.
Gacetilleros de media pluma, beatas de rosario y procesión, intelectuales del chascarrillo, mendicantes bien aparejados, rascahuevos con pedigrí, lameceniceros de taberna y pastores de cantos y zarzales, todos con su correspondiente forma en femenino para que nadie se ofenda, es lo único que abunda en los rediles donde se toman las decisiones. Pero eso sí, lo de tirarnos los trastos se nos da de lujo. Ojala pusiéramos el ánimo en solucionar las cosas que en echarlas en cara. Yo el primero.