La cámara de Betis no podía dejar de inmortalizar al único sacerdote que campa por Talavera con sotana. Él mismo, don Antonio, sostiene que lleva esta prenda porque es más barata que un traje y, además, dura más.
Y es que don Antonio el cura –como se le conoce en la amplia comarca talaverana- tiene muchas ocurrencias. Le saludas y te responde con un consejo o una bendición, te recibe con una sonrisa y es muy difícil deshacerte de su amabilidad.
Da la impresión de que por él no pasan los años. Sabemos que los cumple porque algunos recibimos su catequesis en la ya nuestra lejana época escolar o porque ha sido capaz de casar a tres generaciones: padres, hijos y nietos.
Don Antonio, como cualquier personaje popular, dispone de su propia leyenda, que no es otra que la de que alternaba por los bares talaveranos para intentar llevarse a los clientes a misa. Le gusta pasear por la ciudad, entrar en contacto con la gente y charlar con cualquiera.
Es la persona ideal para realizar una perfecta radiografía de esta Talavera de nuestros pecados, pues le ha dado la vuelta al ruedo de parroquia en parroquia y, por ende, ha dado sus bendiciones a casi todos los habitantes de la misma.