Aún anda en bicicleta el Chato y eso que ya ha pasado de los setenta años. José Antonio Torrejón -que es su nombre de pila, aunque todos le conocen por el Chato– es el protagonista de hoy en la cámara de Betis. Un personaje que ha hecho bien en inmortalizarle porque siempre debe de figurar en cualquier postal de Talavera.
Vecino del barrio de Santa María, el Chato continúa con esa mirada agradable que, tal vez, le proporciona su rostro desdibujado por los golpes que recibió cuando en su juventud se dedicó al boxeo. Pero muy pronto cambió los guantes por la bicicleta y como ciclista ha sido de los más destacados de la Ciudad de la Cerámica.
Tanto en su caminar con los esforzados de la ruta, como en su trabajo –ferrallista de viguetas- siempre ha sido un hombre muy admirado porque se ha desvivido por los demás. Algunos le hemos aplaudido en las pruebas que competía, pero también a la hora de facilitar sus funciones a la prensa cuando se celebraban las pruebas ciclistas en esta Talavera venida a menos.
Siempre sonriente, el Chato cuenta que su primera bicicleta la adquirió en la chatarrería de Villaverde y que le costó 250 pesetas. No oculta que en la serpiente multicolor no fue un primer espada como Culebra o Bahamontes, pero todos sabemos que fue el mejor gregario que jamás tuvo el pelotón. Y como gregario sigue por la vida, ayudando a los demás.