sábado, 13 enero 2024
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Cigüeñas y mentiras

Recupero la colaboración con este digital, y pese a que ya tenía redactado otro artículo sobre esa culebra que llaman convergencia, me voy a quedar hoy en el asunto de las cigüeñas, las cigüeñas del Prado, las que aún tienen ganas de quedarse en esta Talavera que nos van deshaciendo poco a poco.

A las cigüeñas del Prado les están haciendo la vida imposible. El equipo de gobierno decidió apurar al máximo las fechas para empezar las obras para quitar un par de goteras de la Basílica y que nos van a costar 50.000 euros más o menos del erario público; y, cómo no, empezó tirando los dos nidos de cigüeña blanca. Y todo ello pese a que estaba a punto de expirar el plazo que había concedido la Junta, y ya habían tomado posesión de los nidos y comenzado su ciclo reproductor. El Ayuntamiento podía haber hecho las obras entre julio y febrero, ocho meses. Pero no. Iba a lo que iba. Y así hizo.

A todo esto las cigüeñas rehacen sus nidos, los de siempre protestamos, y los de siempre obedecen, firman papeles, visten expedientes y demás; y empezado abril se retoman las obras, pese a que estaban advertidos de que no se podía molestar a las cigüeñas, ni quitar nidos ni esas gilipolleces. Total, que un nido, el de la espadaña, se elimina, y el de la cúpula aún se mantiene. Cuatro días después de denunciar el asunto ante todo organismo con responsabilidad, las máquinas allí seguían, con el nido de la espadaña perdido, su pareja desesperada; y las de la cúpula incubando, estresadas y mosqueadas, que ya les han tirado hace dos meses un nido y saben que van a por ellas otra vez.

Lo de las cigüeñas tiene su miga. Es un botón de muestra de la simpleza y paletería que nos lleva, en especial desde las instancias políticas que es a donde voy. Entiendo que a los que mandan, a los que se creen dueños de la basílica y a los que se han comprado una mayoría absoluta, les importe una higa eso de las cigüeñas, los primilla, los vencejos…; eso de los bichos. Hace unas décadas a los que ocupaban los mismos sillones les importaba lo mismo los cernícalos de la entonces ermita, y taparon sus nidos con cemento; lo mismo les importaba los palacios del XVI, cuando concedían licencias para que se los llevaran por delante excavadoras que dejaban lustrosos solares preludio de horrendos bloques de pisos, los que precisamente ahora nos estorban para la declaración de Conjunto Histórico Artístico; les importa lo mismo que a quienes desde el Ayuntamiento amparaban el derribo de iglesias, conventos y albarranas para levantar almacenes. O unos decenios atrás a quienes alentaban el derribo de las puertas medievales o romanas de entrada a la ciudad, tan estorbo como ahora las cigüeñas. Sólo es cuestión de tiempo. El fondo, la sustancia y el desprecio son los mismos.

Recuerdo cuando a principios de los ochenta del pasado siglo tiraron, casi al mismo tiempo que la sede de la Santa Hermandad de Talavera,  todos los nidos de la Colegial, con pollos incluidos. Sólo quedó el de la cúpula. Durante muchos años sólo sobrevivieron dos o tres nidos en la ciudad, éste y también el de la cúpula del Prado, donde no se llegaba para tirarlos, y el que de vez en cuando hacían en el alfar del Carmen. Vamos por el mismo camino.

Complicado explicar en sede municipal el valor del patrimonio ambiental, el valor que se le da en otras ciudades (Cáceres, Zamora, Alfaro) al asunto cigüeñil, verdadero motor turístico y patrimonial  asociado a cascos urbanos protegidos. Aquí el personal gobernante es refractario al asunto, que como dirá un amigo, no hay nadie al volante.  Es lo que hay. Me gustaría estar en otra ciudad donde los que mandan tuvieran un concepto menos cerril del asunto.

No me entretengo con lo de las pintadas. Descerebrados hay y habrá. Pero sí una cosa: hace tiempo que la basílica y su entorno deberían estar protegidos. Se ha tardado mucho con los paneles de cerámica del pórtico. Los Jardines del Prado están abandonados por el Partido Popular, que los somete desde hace siete años a un deterioro inadmisible. Ya lo dijimos desde Ganemos hace ahora dos años, proponiendo en Pleno ordinario rehabilitación y protección integral del conjunto. No se ha hecho nada. Falta aquí también visión y entender el conjunto: visión de ciudad y la necesidad permanente de su mejora, renovación y potenciación; y comprensión de la complejidad paisajística, monumental, arqueológica, ambiental, urbana, educativa, social y sentimental de los Jardines del Prado.

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