Nada, no ha habido manera. Estuve todo este viernes intentando hablar con Jenny Ló para ver si tenía a bien cambiar su canción, pero no ha habido manera. Seguiremos con el anillo lascivo, qué le vamos a hacer.
Y es que por la Concejalía de Deportes de Talavera el agua ha superado con creces el cuello y sólo el armonioso escrutinio plenario impide tomar medidas que en cualquier ciudad normal se tomarían. O eso pienso.
Por los clubes deportivos y colectivos de la ciudad, y en especial los que utilizan las piscinas, no dan crédito a tanto despropósito. Años esperando a tener una instalación invernal digna y cuando se consigue el dinero se dilatan unas obras hasta perjudicar hasta la saciedad a deportistas y otros usuarios. Rehúyo hablar de dar servicio habiendo hacinamiento y un ambiente insano.
Culpar a suministradores, instaladores, operarios o al gusto estético de Antonio de cinco retrasos en la apertura tardía de la piscina climatizada El Prado de Talavera supone pensar que en esta ciudad todos somos gilipollas, salvo dos.
Avisé de la capacidad y también, como cualquier persona con un mínimo de raciocinio, que era de cajón arreglar una piscina que en verano no se usa en verano y no en otoño, al igual que las estaciones de esquí no se remozan en invierno.
El Deporte de Talavera lleva siete años dejado de la mano de Dios, y que yo haya visto no existen los milagros; y también décadas de un rodillo acomodado donde la molicie determina su devenir.
Últimamente se ha intentado implementar con un catálogo de posados que plasman que no hay ni chica ni limoná, una burda imitación que demuestra que los salvadores de la patria son salvadores, sí, pero sólo de su patria chica.
Y pensaba que el vergonzoso paripé de la Ciudad Europea del Deporte era insuperable; qué ingenuo soy.
