Joaquín Sorolla (Valencia, 1863 – Cercedilla, 1923) ha vuelto a conquistar Londres, tal y como lo hiciera en 1908, cuando, considerado como “el más grande de los pintores vivos”, expuso en la Grafton Galleries. Así saluda la prensa internacional la nueva exposición del excepcional pintor español en la National Gallery de Londres con el título “Sorolla: maestro español de la luz”, que reúne 60 obras del genio valenciano recopiladas de las mejores pinacotecas del mundo y de coleccionistas privados. La española Reina Leticia y el Príncipe Carlos de Inglaterra, éste en calidad de presidente de honor de la National Gallery, inauguraron hace unos días la exposición, que se podrá visitar hasta el 7 de julio.
En el contenido de la exposición podemos encontrar algunos de los cuadros que Sorolla pintó en Toledo, en La Mancha y, sobre todo, en Lagartera. Precisamente con ocasión de ello, residió temporalmente en Oropesa y en Talavera de la Reina, donde entabló amistad con el ceramista Ruiz de Luna, amistad que fue duradera y beneficiosa para ambos artistas.
Es posible que Joaquín Sorolla y Juan Ruiz de Luna ya se conocieran con anterioridad a 1912, pero fue en marzo de ese año cuando Sorolla viaja desde Toledo a Lagartera buscando tipos y escenas para sus pinturas sobre tipismo y folclore español. Es sabido que Sorolla actúa muy influido por la Generación del 98 y su sentido de la revalorización de Castilla y su paisaje, especialmente en el caso de Azorín. Hay mucho de noventaiochismo en la actitud pictórica de Sorolla. Y en eso va a coincidir con dos grandes hombres de nuestra comarca con los que entabla pronta y segura amistad: Platón Páramo, el boticario oropesano y gran coleccionista y anticuario, y el ceramista talaverano Juan Ruiz de Luna. Pero, aparte la propia iniciativa estética del pintor, sucedía que año y medio antes, a finales de 1910, Sorolla, avalado por su excepcional éxito alcanzado con una exposición en Nueva York, había recibido el encargo del multimillonario hispanista Huntington para decorar The Hispanic Society of America con una gran obra sobre “Las Provincias de España”.
Así, el 22 de marzo de 1912 Joaquín Sorolla llega a Lagartera. Una carta dirigida a su mujer con dicha fecha lo corrobora: “Llegué a Toledo, busqué durante todo el día tipos para pintar y viendo que nada había decidí tentar fortuna viniendo a Lagartera, pero que el tren no llega más que hasta Oropesa aquí me tienes (…) Espero empezar mañana por la tarde a pintar, pues hoy llegó el lienzo y los bastidores se los dejaron en Toledo y no llegarán hasta mañana (…) Con el coche he recorrido bastante, he visitado cosas curiosas pero sobre todo y ante todo los tipos de Lagartera son extraordinarios, ellos y ellas”. Sorolla se refiere al coche de caballos que para su comodidad le tenía dispuesto el boticario de Oropesa Platón Páramo. Y es que este ilustre coleccionista de antigüedades (sobre todo, bordados de Lagartera y cerámica de Talavera y Puente del Arzobispo) había tenido bastante que ver con el viaje de Sorolla a Lagartera. Lo cierto es que el pintor se hospedaba en la casa-museo de Páramo en Oropesa y desde allí viajaba cada día en el coche de caballos hasta Lagartera para pintar.
En Lagartera realiza Sorolla tres grandes estudios, hoy conservados en el Museo Sorolla y catalogados con los números de Inventario 957, 958 y 959. El número 959 es precisamente el que se incluye en la presente exposición. Es conocido como “Tipos lagarteranos”. Lo más curioso del caso es que no sólo se conserva la obra que pintó Sorolla sino una fotografía magnífica, y de gran importancia histórica, realizada por Juan Ruiz de Luna en que se aprecia a Sorolla pintando dicho cuadro en el pórtico de la Iglesia Parroquial de Lagartera. Sobre todo ello escribió en su día nuestro admirado amigo Julián García Sánchez, lagarterano de pro y académico de Toledo, un jugoso artículo muy esclarecedor, titulado “Los modelos de Sorolla en Lagartera”, en que comenta el cuadro y la fotografía de Ruiz de Luna.
El joven que retira el caballete es, según García Sánchez, un tal Priede, joven de unos 25 años, hijo del dueño del Hotel Castilla de Toledo, que había acompañado a Sorolla hasta Lagartera: “Con sombrero de Córdoba, y en chaleco, se diría un bailaor de buena planta.
Contrasta con Sorolla, próximo a los 50, grueso, en mangas de camisa, con sombrero redondo, muy usado, de ala vuelta y escasa”. Y sobre los “tipos lagarteranos” que aparecen en el cuadro añade: “Sorolla sorprende de perfil a Antonio Lozano Bravo y, de frente, dispuesto a unas bodas de sueño, a Pablo Oliva Martín, vestido de novio. Le chorrea una policromía de cintas y borlas, bajo el cordón, que le cruza el vientre, a guisa de broche del sayo. Otras cintas se prenden en el camisón, al lado del corazón. A la camisa amplia lagarterana, por su magnitud, se la llama camisón. El de Pablo es de un lienzo casero, con cabezón redondo, labrado de arquillo (…) No se ve en el camisón de Pablo la labor de los tambores sembrados en la besana de los hombros y faldones; por sí el deshilado viejo y de escudos, en la pechera. Detrás del novio está, muy tranquilo, Higinio Bula, con sus manos y su blusa sepultadas en la faja negra. Sobre el sombrero de Antonio Lozano, la cabeza prócer de Zacarías Pino Igual”.
Otros dos cuadros más pintó Sorolla. Uno de ellos, famoso, representa al célebre lagarterano con alforjas al hombro, acompañado de una joven con cántaro de cerámica talaverana al cuadril. Se trata de Juan Iglesias “tío Cerro” y Ángela Oliva Martín, mozuela de 16 años. El otro cuadro representa “Una boda en Lagartera” y en él se encuentran más y más tipos lagarteranos, perfectamente reconocidos con nombre y apellidos, con gran variedad de trajes y vestimentas.
Todo esto le sirvió a Sorolla como acopio de datos, apuntes y bocetos, para la gran obra que le había encargado, como hemos dicho, Mr. Archer Milton Huntington para decorar el vestíbulo de la Hispanic Society de Nueva York Sorolla se había comprometido a pintar paneles para 70 metros de longitud con los tipos más representativos de los pueblos de España. Pues bien, el panel central, que representa la llamada “Procesión del Pan”, contiene hasta dieciséis tipos lagarteranos, típicamente ataviados y reconocidos, entre los que destaca el entonces alcalde del pueblo, gran amigo de Platón Páramo, tío Ramón Moreno Igual de Soria.
De la mano, sin duda, del boticario oropesano Joaquín Sorolla debió conocer a Juan Ruiz de Luna, si es que no le conocía ya con anterioridad. Sucedía que Platón Páramo y Juan Ruiz de Luna eran socios en la Fábrica de Cerámica “Nuestra Señora del Prado” (junto a Enrique Guijo y otros). Esa amistad y sociedad propició que Ruiz de Luna se trasladase a Lagartera para inmortalizar en fotografía a Sorolla pintando modelos lagarteranos.
Pero Sorolla, antes de regresar a Madrid, sabemos que pasó por Talavera, conoció la Fábrica de Cerámica (que le causó una gratísima impresión) y selló definitiva amistad con Ruiz de Luna (como se demuestra por las cartas que en el futuro se cruzaron entre sí, buena parte de las cuales se conserva). En la Memoria Descriptiva de las obras que personalmente realizó Francisco Arroyo en la Fábrica Ruiz de Luna se incluye esta decoración del zócalo de casa de Sorolla, por lo que hay que pensar que fue el propio Arroyo quien lo realizó. También se conserva en el museo madrileño del pintor un ánfora de gran tamaño que Ruiz de Luna le regaló.
Hay que resaltar también la amistad que hubo entre Sorolla y Francisco Arroyo, que se tradujo también en cierto influjo del pintor sobre el ceramista. Los nietos de Arroyo conservan con orgullo una paleta y pinceles de Sorolla…
Decisiva fue la influencia del pintor sobre el hijo mayor de Ruiz de Luna, también llamado Juan, el cual fue discípulo directo de Sorolla en 1919 en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde el pintor era profesor de colorido. Como señala María Isabel Hurtley Molina (“Talavera y los Ruiz de Luna”, 1989) “la influencia que el maestro valenciano ejercerá en su concepto del universo cromático y de la plástica en general es determinante. Lo avalan sus acuarelas, técnica predilecta en la práctica de la pintura, su gran vocación, y a la que nunca se dedicó profesionalmente”.
La influencia de Sorolla en la cerámica Ruiz de Luna, y en los ceramistas más importantes de la Fábrica (Francisco Arroyo, Juan Ruiz de Luna Arroyo y en los hermanos de éste…) alcanza también a Juan Manuel Arroyo Ruiz de Luna (hijo del primero y sobrino del segundo). Aunque éste apenas tiene doce años cuando muere el pintor valenciano, le conocía personalmente de verle en su casa conversar con su padre Francisco Arroyo y los primeros ejercicios de aprendizaje de técnicas pictóricas los hizo bajo la cariñosa supervisión del ya famosísimo pintor.