Llegó, por fin, el momento de la verdad, el de introducir la papeleta en la urna. Llevamos semanas, incluso meses escuchando propuestas, promesas e intenciones. Pero también hemos escuchado muchos despropósitos, muchos reproches y muchas palabras gruesas. Todo normal en una campaña electoral.
Hace muchos años que observo y participo de forma activa en las campañas electorales y siempre me ha obsesionado saber cómo recibe la gente los mensajes. La credibilidad y capacidad del emisor, la idoneidad y acierto del medio y la disposición y ánimo del receptor, son las claves.
Hay una candidata que transmite bien, avalada por el trabajo y la eficacia de su labor y con la credibilidad que da la convicción y conocer a la perfección los temas.
Ha utilizado el medio más eficaz para llegar a la gente: su palabra, su cercanía, su convicción y su simpatía. Con estos ingredientes es fácil llamar la atención del interlocutor y poder mirar a los ojos de la gente y decirles la verdad.
Pero es que además la predisposición de los talaveranos es muy propicia. Hartos de poses, de rostros mal encarados, de ineptitud, de vagancia, de promesas huecas y del apretón del vago que tanto rechazo provoca.
Todo indica que el resultado de Tita García Élez puede ser muy bueno. Pero nada está claro del todo, nada es seguro al 100%. Al final el sacro ejercicio de votar es un acto íntimo, entre el ciudadano, su pensamiento, sus intereses, sus pasiones y sus sueños, con una urna transparente que inspira mucho respeto.
Hay mucha gente dispuesta a la resignación, pero la inmensa mayoría queremos un cambio y necesitamos un cambio. Es imposible seguir un minuto más con este abandono, con esa zozobra que asfixia y que nos hace caer en el pesimismo más absoluto.
Necesitamos aire fresco, gente nueva, gente capaz, gente con ganas, gente de aquí, de la tierra, de la calle; gente honesta y trabajadora en definitiva.
El domingo solo hay dos opciones, por mucho que se empeñen otros partidos en convencer de lo contrario. La opción de que siga gobernando Ramos, con el apoyo de otros partidos de la Derecha, o la opción de cambiar y que gobierne Tita, con un apoyo mayoritario de los ciudadanos.
Todo lo demás son juegos florales y cantos de sirena. O gobierna Tita o de lo contrario gobernará Ramos. La diferencia es abismal y la solución es sencilla. Votar a quien de verdad queremos que gobierne. Uno ha demostrado de sobra que es nefasto… Prefiero mil veces lo bueno por venir, a lo terrible que nos acecha.