Cada vez que celebramos el Día de Castilla-La Mancha intentamos, lógicamente, que sea una celebración de todos los ciudadanos y ciudadanas de nuestra Comunidad Autónoma, remarcando el papel de las instituciones y el carácter universal de la Junta de Comunidades como representación de la voluntad y el afán de nuestra tierra, de sus gentes.
Hoy no puedo dejar de subrayar esa voluntad de representación y gobierno de todas y de todos por mi parte, como presidente de un Gobierno de Castilla-La Mancha que va a contar con un respaldo mayoritario, histórico sin duda, en las Cortes regionales, una vez que la ciudadanía ha expresado su voluntad en las urnas con altísimo nivel de participación, más del 70%, lo que vuelve a demostrar al mundo la vitalidad y carácter participativo de nuestra democracia.
Desde el primer momento en que asumí la Presidencia de Castilla-La Mancha tendí mi mano a la sociedad, a las personas, pero también a las entidades representativas, a los agentes sociales, y a todo aquel que quisiera trabajar por la recuperación de esta tierra. Por eso, los buenos datos que avalan el trabajo realizado se han visto refrendados por un apoyo histórico a una manera de gobernar, de gestionar, de liderar a esta tierra en medio de tantas dificultades que se basa en un auténtico contrato social.
Hoy Castilla-La Mancha sigue mirando al presente con preocupación, pero podemos sonreír al futuro, porque el clima de estabilidad logrado, que tanto bien nos ha hecho a todos, se evidencia como capital; como un capital que bien administrado debe incrementar sus beneficios en forma de integración social, de creación de empleo y riqueza, de progreso para todas y todos, de generosidad y atención a quien más lo necesita. Esto último es vital, porque una tierra que no mira por los suyos no es una tierra digna; porque un gobierno que deja tirados a quienes más necesitan de la solidaridad del Estado no es un gobierno digno.
Por tanto, este es mi compromiso renovado con Castilla-La Mancha y con su gente. Con todas esas personas cuyo mérito, cuyo esfuerzo, cuya valía, cuya entrega a los demás, se ven representadas en las personas e instituciones que hoy serán reconocidas en el Acto Institucional de Albacete. Castilla-La Mancha es una tierra que destaca siempre por las personas que la habitan y por las que salieron y salen a recorrer el mundo. Personas que reciben los valores que tradicionalmente emanan de las gentes del campo: trabajo, humildad, seriedad, constancia, solidaridad… No es extraño, pues, que en los peores momentos de la crisis reciente haya sido el sector agroalimentario el que haya sostenido la economía española frente a la amenaza de ruina total.
Y esos valores son los que deben determinar la acción del Gobierno en esta renovación del contrato que vamos a ver en los próximos días. porque más allá del sentimiento de agradecimiento y orgullo que pueda generar en mí el resultado de las recientes elecciones, pesa el compromiso de seguir mejorando los servicios públicos, favoreciendo la creación de empresas, mejorando la atención a los que más lo necesitan, disfrutando de la cercanía y contacto con la gente y pactando. Pactando mucho y bien en beneficio del bien común.
Hace cuatro años, por estas fechas, la organización del Día de Castilla-La Mancha se vio muy marcada por la incertidumbre que siempre genera un proceso electoral. Nosotros no hemos querido que fuera así, y elegimos Albacete para su celebración porque tocaba traer a esta ciudad un acto tan importante para todas y para todos. No quisimos supeditar la importancia, la grandeza, el reconocimiento a las personas, colectivos e instituciones a lo que pudiera suceder en las urnas. La alegría, el sentimiento de patria, el reconocimiento a nuestras instituciones, a nuestro Estatuto de Autonomía, y con ello a España y a la Constitución, debían ser acordes a lo que vivimos cada año. Eso significa entender que el valor de las instituciones supera con mucho al de los partidos y al de las personas que ostentan los cargos.
Quede por ello un mensaje de agradecimiento personal, como no puede ser de otro modo; de orgullo por presidir Castilla-La Mancha. Pero sobre todo, quede un mensaje de respeto institucional, de amor a Castilla-La Mancha, y de homenaje sincero a las virtudes y valores que definen a sus gentes en las personas que hoy serán homenajeadas.
Emiliano García-Page, presidente en funciones de Castilla-La Mancha