La sensación que nos deja este adiós no es algo fácil de explicar con palabras. No es un simple político más que nos deja y debamos homenajear porque es lo que toca. No. Se va algo mucho más importante. Se va un verdadero referente, un icono.
En los tiempos que estamos viviendo, sobre todo, para la gente más joven que no hemos vivido una verdadera revolución y nos hemos criado en una sociedad donde creemos tener todo al alcance de nuestra mano, donde la dictadura del capitalismo y la globalización, con los medios de comunicación como herramienta de control, nos hace creer que somos dueños de nuestra vida y que ya se ha conseguido todo. Que no hay nada por lo que luchar porque la sociedad es buena y “antes se vivía peor”.
Ante ese panorama de conformismo bañado en la banalización más extrema del ocio y el hedonismo, encontrar referentes que, ante todo, nos ayuden a pensar y ver más allá de lo que tenemos delante, se convierte en una tarea muy complicada.
Es entonces cuando encontrar a esta persona, que además de persona, es político, con todas las connotaciones negativas que eso conlleva hoy en día (y si no negativas, rozando la indiferencia, lo cual no sé qué es peor), que es capaz de conmover y llegar a todas las personas con un lenguaje cercano y una enorme educación y calma consiguiendo que algo en nuestro interior se remueva, nos estremezca y… ¡por fin ocurra! Nos haga pensar.
Sí. Eso es lo que significa Julio Anguita. Significa reflexión. Es ese algo incómodo que nos lleva a plantearnos que no todo está tan bien como parece. Que la insumisión y el conformismo son lo peor que nos podía pasar. Que la política no es sentarse en un sillón para recibir regalos y cobrar sueldos. Que la política lo es todo. Que con cada decisión que tomamos en nuestro día a día estamos haciendo política y que para ello, debemos pensar, analizar y escuchar.
Así, Julio Anguita termina siendo mucho más que una persona, ya que representa la parte crítica de nosotros, la alternativa al conformismo, la política que lucha por mejorar la sociedad y sobre todo, nos enseña a poner en duda todo lo establecido.
Por eso nos duele tanto su marcha. Porque todo el mundo necesitamos iconos en los que ver reflejado los valores y principios que nos conmueven, y, tristemente, cada día estos referentes son menores, ya que, como dije al principio, se está consiguiendo que únicamente valoremos el individualismo y la banalidad, relegando a un plano muy lejano aquello que nos muestra las verdades que más nos incomodan.
Duele, porque no solo muere Julio, muere una parte de todos nosotros. Pero gracias a tus enseñanzas mantendremos vivo tu espíritu y lucharemos por crear más iconos que nos ayuden a cambiar y querer cambiar las cosas.
Muchas gracias por enseñarme a pensar, Maestro.
Inés Gómez Escamilla, miembro de la Coordinadora Regional de IU CLM