jueves, 21 noviembre 2024
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Estado de Calamidad en España, Castilla-La Mancha y Talavera

Harto de estar harto de fríos y manufacturados números víricos, servidos por calenturientas y maquiavélicas mentes, o dementes, he decidido darme un voltio informativo, virtual y enmascarado, faltaría más, por esa Europa que económicamente nos arropa. Que a ver cómo se reparte la manta, por cierto.

Voltio que ha tenido como único y lúdico objetivo ilustrarme sobre cómo denominan por nuestros países hermanos el actual estado de la pandemia y las consiguientes restricciones sociales y personales que nos tienen con nuestras vidas a medias, literalmente, con la tribu política, administrativa y policial. Que no sé yo, tú. Por Manitú.    

Al respecto, relájense y no cojan apuntes porque no voy a darles una barrila idiomática sobre la traducción a otras lenguas comanches de lo que por estos lares conocemos como atestado de alarma y estoque de queda, o algo así, sino para hacerles partícipes del impagable hallazgo obtenido en Portugal. Ahí mismo, donde desembocan y mueren fantasmas talaveranos como el Tajo o el AVE.

Y es que resulta, lingüistas todos, que nuestros vecinos lusos llaman a la cosa vírica ‘Estado de Calamidad’. Impresionante. No he encontrado mejor denominación para definir con esa quirúrgica exactitud la situación que el descontrolado coronavirus está provocando por todo el orbe.

Calamidad: desgracia, adversidad o infortunio que alcanza a muchas personas, según define el diccionario de la lengua de la nunca bien ponderada Real Academia Española, mamotreto que todos ustedes dominarán de pé a pá gracias a los beneficios educativos de cosas como la Logse, la Loe, la Lomce o la mismísima Ley Moyano, para los nostálgicos con canas.  

Pero, ay, el susodicho diccionario también aporta otra acepción al calamitoso vocablo, al decirnos y advertirnos que calamidad también sirve para definir a la persona incapaz, inútil o molesta. ¡Glup!  

Oséase que, hablando en portugués o en román paladino si prefieren, lo que estamos viviendo en Europa, España, Castilla-La Mancha, Talavera y Paseo de la Estación, un suponer, es una auténtica calamidad.

Es decir, una desgracia, adversidad o infortunio que afecta a muchas personas y que, por ser totalmente fieles a la Real Academia de la Lengua, está gestionada por personas incapaces, inútiles e incluso molestas. Y sálvese el que pueda.

Y no lo digo yo, que luego vienen esos dimes y diretes emoticonados en estos enredados e internautizados tiempos, que lo dice ese maravilloso idioma portugués del fado y la saudade.

Así pues, ya saben dónde presentar las reclamaciones. Tan sólo basta coger el Tajo o el Ave y, con calamitosa cita previa supongo, acercarse a Portugal para reivindicar la creencia española de que la pandemia es una misteriosa curva en la que, sobre todo por las noches, se aparece el fantasma de la niña del Covid.

Calamitoso.

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