Hoy hemos descubierto en los medios de comunicación, como el grupo de trabajo POLIS, formado por seglares de su Arzobispado, dan a conocer su “doctrina social” y realizan un documento con una serie de reflexiones sobre la futura Ley LGTBI de Castilla La Mancha. Aunque me gustaría decir que es algo inesperado o sorprendente, resulta que ha superado con creces mi percepción personal sobre su especial “doctrina social” y especialmente el desconocimiento expresado sobre el colectivo LGTBI de nuestra región.
Aunque en ocasiones es muy sencillo encontrar cualquier información o datos en los cuales basar una argumentación, ha sido más práctico tirar de retórica y costumbrismo para realizar reflexiones, que aunque se puedan amparar en “creencias o vivencias”, resulta mucho más enriquecedor y comprometido intentar, por lo menos, hablar con las personas implicadas.
No, la homosexualidad no es una enfermedad. Y no es que lo diga yo, ya se afirmó el 17 de mayo de 1990, cuando la Organización Mundial de la Salud decidió eliminar la homosexualidad de la lista de enfermedades. Y si una persona del colectivo LGTBI necesita algún tratamiento, créame, será el mismo que cualquier persona.
Niegan que la discriminación de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales sea “generalizada” y que tampoco hay “graves prejuicios” contra el colectivo en nuestra región. Quizá se sorprenda cuando conozca algunos datos para corregir su negativa, pues según el último estudio en Castilla La Mancha de AMPARO LGTBI+ (septiembre 2020), el 80% de las personas del colectivo han sufrido acoso y bullying en el colegio o instituto. Para que pueda entenderlo, niños y niñas que son discriminadas, insultadas, acosadas por su orientación sexual o expresión de género. No, no se puede hacer tal afirmación sin faltar a la verdad o al respeto a las víctimas de odio. También, en dicho estudio, se llega a comprobar que más del 90 % de las personas nunca han llegado a interponer denuncia alguna por miedo o rechazo, o como el 84 % de las personas LGTBI+ tienen o han sentido miedo de ir solas por la calle. Éstos son datos.
Me gustaría, llegado este momento, intentar poder explicar lo que supone un ley que proteja y ayude al colectivo LGTBI+ en nuestra región, pero lejos de buscar argumentos que pudieran convencerle de su desconocimiento y percepción errónea de las personas homosexuales, bisexuales, lesbiana, transexuales, intersexuales, …, no hay argumento más sencillo que explicarlo de esta manera: Hablamos de Derechos Humanos. Hablamos de respeto, de conocimiento, de compartir, de proteger, de ayudar, de evitar el dolor, el sufrimiento, el acoso, las agresiones. De amor. ¿Entendemos lo que es amor?
Señor Cerro Chaves, no puedo hacer otra cosa de desde esta carta, hacer la petición de sumarse a la lucha de los Derechos Humanos. Sumarse al conocimiento de nuestros problemas, de nuestra lucha, de nuestro día a día y, llegado el momento, exigir el respeto que nos merecemos todas las personas que nos hemos sentido insultados y despreciados por personas de su Archidiócesis. La igualdad y la diversidad será Ley.
Atentamente,
Mariano Donate Delgado, responsable de ALEAS (Área de Libertad de Expresión Afectivo-Sexual) IU C-LM