viernes, 22 noviembre 2024
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¿Qué hemos aprendido?

Reflexión, tras un año de pandemia, de Andrés de las Heras, director del IES Ribera del Tajo de Talavera

¿Qué es lo que nos ha enseñado este año de ‘medidas especiales’? ¿Qué hemos experimentado y qué aprendizaje hemos obtenido? ¿Cuáles han sido nuestras emociones, nuestros sentimientos? ¿Cómo nos sentimos ahora, un año después?

Hace un año, de forma súbita, aunque con un runrún de fondo que nos hacía sospechar lo inevitable, tuvimos que suspender la enseñanza presencial, mandar a todos nuestros alumnos a casa y ponernos manos a la obra para acometer de forma inmediata la enseñanza a través de medios telemáticos, la llamada hoy por todos “enseñanza online”.

Este fin de semana se ha cumplido un año de esta fecha que, queramos o no, nos cambió la vida, alteró las relaciones sociales y, prácticamente, eliminó de un plumazo la convivencia habitual de la Comunidad Educativa.

Alumnos, profesores y familias tuvimos que reinventar la forma de relacionarnos, de recibir/impartir las clases, de solventar las dudas, de realizar los exámenes, entregar trabajos, conectarnos a videoconferencias por diferentes medios, aprovechar al máximo las redes sociales y las herramientas digitales… Tuvimos que aprender a hacer compatibles nuestras tareas familiares cotidianas de casa, con la presencia continua de nuestros hij@s en el domicilio, asistiendo a las clases desde cualquier cuarto que permitiera una buena conexión a internet para seguir las explicaciones y, en muchos casos, teletrabajando a la vez para mantener el oficio que hasta pocos días antes habíamos desempeñado en nuestro puesto habitual.

No fue sencillo. Los cambios requieren esfuerzo y nuestra inercia natural es a continuar manteniendo los hábitos con las mínimas variaciones posibles.

No lo hicimos mal. El curso salió adelante y ahora estamos ya camino del último trimestre del 2020-21. Este curso, salvo sorpresas mayúsculas, lo terminaremos con más tranquilidad, con más ‘normalidad’. Esperamos que, aunque nueva, sea lo más parecida posible a la ‘antigua normalidad’ que conocemos y que a toda costa queremos volver a recuperar.

Han sido muchas las nuevas experiencias y en un plazo muy breve. Nos hemos sabido adaptar y hemos demostrado una resiliencia admirable como sociedad, como Comunidad Educativa.

Sería bueno reflexionar acerca de qué hemos aprendido, además del uso de las herramientas digitales y de las múltiples aplicaciones que hemos descargado en nuestros móviles y ordenadores.

La pandemia nos ha enseñado que somos una sociedad, que funcionamos interrelacionados, estrechamente vinculados; que lo que uno hace bien repercute directamente en los que le rodean pero que, desgraciadamente, lo que uno no hace correctamente o hace directamente mal, también tiene serias consecuencias en los demás, consecuencias que, en demasiadas ocasiones, han acabado en desgracias personales por fallecimiento de familiares o por las repercusiones y secuelas que aún mantienen muchos de los que han pasado esta maldita pandemia.

Hemos aprendido a valorar a todos aquell@s que nos han permitido afrontar la pandemia: Transporte, Comercio, Limpieza, Correos, y tantos otros que con su sacrificio diario han hecho posible continuar con nuestra vida.

Hemos aprendido la importancia esencial que tiene invertir en investigación. Gracias a los esfuerzos del personal científico y a las vacunas obtenidas, podremos superar la pandemia y recuperarnos. Su papel en la prevención y, singularmente, en este caso, en salvar vidas, es fundamental.

Nos hemos enorgullecido de nuestros Servicios Públicos, de aquellos que han continuado funcionando para sacar adelante a la sociedad, como la Educación, que ha demostrado una capacidad encomiable para adaptarse a los nuevos escenarios educativos, redoblando los esfuerzos de todo el personal y contando con la imprescindible colaboración de las familias.

Entre estos Servicios Públicos ocupa un lugar especial nuestra Sanidad: desde la Atención Primaria en los Centros de Salud en cada pueblo y ciudad, pasando por ordenanzas y celadores de los diferentes servicios, médicos, enfermer@s, rastreador@s, hasta el personal administrativo de cada consultorio y hospital. Su esfuerzo y dedicación han ido más allá de la práctica profesional. Nos han demostrado el significado de palabras como vocación, sacrificio, esfuerzo hasta la extenuación. Hemos comprendido que estar en la primera línea de esta batalla a veces, demasiadas veces, se paga con la salud o con la vida misma. Merecen nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y admiración mucho más allá de aquellas tardes de aplausos en las ventanas. Muchas gracias a tod@s vosotr@s.

Muchos hemos vivido situaciones personales o familiares dramáticas, hemos perdido seres queridos, amigos. A veces sin siquiera tener la oportunidad de despedirnos como nos hubiera gustado, como hubieran merecido. Esto nos ha hecho apreciar especialmente emociones y sentimientos como la amistad, como el cariño y el amor por un ser querido.

Hemos vuelto a aprender el auténtico sentido de la amistad, del contacto personal. Añoramos mirarnos a la cara sin cubrir parte de nuestro rostro, tener contacto directo con los que nos rodean, sentir el tacto de las manos en un buen apretón o un abrazo.

Hemos visto cómo, en un suspiro de tiempo, se puede perder todo lo que creíamos tener seguro en nuestra vida. Cómo se ha producido un cambio drástico por una causa que no esperábamos, por un intruso que se nos coló sin estar invitado. Un virus que cambió nuestra forma de vivir en unas horas.

Espero que hayamos aprendido a valorar todo lo que significan esas pequeñas cosas que nos acompañan en el día a día, que nunca pensamos que nos podían faltar y que ahora tanto echamos de menos. Espero que luchemos día a día por recuperarlas, que recordemos que, con nuestra responsabilidad, la de cada uno individualmente, se consiguen grandes metas.

Entre todos recuperaremos nuestras vidas como las hemos conocido, pero, sin duda, con una experiencia imborrable que nos ha marcado y que nos debe hacer cambiar, hacernos más sensibles a nuestro entorno y a los que nos rodean, más comprometidos con nuestra sociedad; en definitiva, ser mejores personas.

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