Que están a tope, oyes, los distintos y variopintos Comités Centrales de Explotación de esos acueductos que te llevan en vergonzante tobogán acuífero al Levante mangante o en compacto Pacto, de Toledo para más inri, hasta la jubilación cuasi por extremaunción.
Todo, claro está, en pro de unas acaparadoras e interesadas cajas de caudales públicos plenamente inmersas en el descarado e impune mercadeo del agua y, a su vez, en ese fantasmagórico equilibrio financiero que, para su supervivencia, parece ser que necesita que el personal contribuyente siga sudando y cotizando casi hasta el último suspiro.
No me extraña, tú verás, que por estos territorios comanches se esté proponiendo que el Ministerio responsable de la cosa hídrica, el de Transición Ecológica, pase a denominarse de Traición de la Logia y al de las jubilaciones y consiguientes pensiones, el de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, algo así como Exterminación, Imposición Unilateral y Violaciones, con perdón. Que no creo que salga adelante tal propuesta, por otra parte.
El caso es que el ciclo del agua y el de la vida en sí han confluido informativamente en esta misma semana, a través del anuncio de las respectivas partes explotadoras de dos expolios andantes y sangrantes.
La materialización de un nuevo trasvase de 38 hectómetros cúbicos del Tajo al Segura y, con la misma, el avance de la normativa patria que alargará la vida laboral del personal paganini hasta que no puedas ni levantar ya la cerviz, a estas alturas de sumisión, ni disfrutar de la mitad de la vida por puro y duro Alzhéimer. Un suponer.
Dos afrentas institucionales que, a ver, inciden con evidente peso y amargo poso en el conjunto de una ciudadanía angustiada y asqueada por estas decisiones unilaterales y cuasi letales de los susodichos comités centrales de explotación.
Por, en esto que nos ocupa, ver al Padre Tajo tambaleándose por caudales e inmundicias de pura mierda, mientras sus más preciadas aguas contribuyen al florecimiento del nunca bien ponderado Levante mangante. Contraviniendo, para mayor choteo, mayoritarias reivindicaciones sociales e ignoradas sentencias judiciales.
Y, en el otro guión de explotación, la impotencia causada por el horizonte cada vez más lejano del merecido descanso y, por consiguiente, de la prolongación sine díe de paro e incertidumbre de esa legión de jóvenes, auténtica generación perdida, que a ver cuándo encuentra hueco en este mercado laboral estatalmente intervenido con la puya de esas jubilaciones y esas pensiones utilizadas, manda huevos, como principal y casi única política de empleo. ¡Glup!
E incluso de subsistencia social, ojo al dato, si tenemos en cuenta la cantidad de bocas y familias que las pensiones de marras están salvando en el ámbito doméstico, a pesar de su rácana soldada.
Y es que, emulando de nuevo al gran León Felipe y aprovechando también la coyuntura pandémica, vamos de trombo en tumba, dando brincos y vueltas entre charcos secos y años sin respeto. ¡Vaya tela!