Conocí a Damián Martín por el piragüismo. Yo andaba enfrascado en esa bendita locura que fue Talasport y él, y su compañera Soledad, en inculcar más y buenos valores a Bruno y Óliver. No se me ocurren muchos deportes más nobles y que puedan desarrollarse en contacto con la naturaleza y sin alterarla un ápice.
Y es que la Naturaleza, con mayúsculas, era una de las pasiones de Damián y la coherencia una de sus grandes virtudes. Me gustan las personas coherentes; las que viven acorde a sus convicciones, las que predican con el ejemplo, las que cuando están solas no cambian su comportamiento. Con muchos como él, mejor sería esta sociedad. Sin duda.
Sólo una vez estuve su casa, ese pedacito de naturaleza en Serranillos Playa que modificaron lo menos posible, incluso potenciaron. Ahí supe que el amor y la defensa incondicional por la biodiversidad les preocupaba y ocupaba.
Al poco Sole se erigía en portavoz beligerante en todos los foros ante el latrocinio esquilmatorio del río Tajo, y Damián intensificaba su compromiso naturalista y una labor divulgativa sin mayores pretensiones que comunicar sus vastos conocimientos en la materia a quien tuviera a bien escucharlos o leerlos, y que algo calaran.
Sus aportaciones al grupo ‘Vecinos de Serranillos Playa’ de la red social Facebook fueron una bendición, una enciclopedia interactiva que recordaremos siempre. Su gran logro para todos nosotros ha sido enseñarnos, o recordarnos según el caso, que vivimos en un paraje extraordinario y privilegiado que ya estaba ocupado antes de que llegáramos y que cualquier animal que en él habite, por muy repugnante que nos parezca, debemos respetarlo; nosotros somos huéspedes en su hábitat y ellos buenos aliados.
Su correr descalzo a lo Bikila, sus travesías intemporales a nado por el embalse de Cazalegas o sus quejas por el anacrónico coto de caza que él padecía en primera línea quedarán también en nuestra memoria, así como sus fotografías, esas imágenes ausentes de egos y dechadas de belleza.
Un bicho (qué paradoja), éste maldito, se lo ha llevado en un suspiro y nos ha dejado perplejos, llenos de dolor y rabia. Se ha ido un buen tipo, un hombre solidario y comprometido con el planeta que aportó su granito de arena para protegerlo. Su legado ha sido transmitido y de qué forma, y perdurará.
En homenaje y como desde hace años seguiré sacando arañas de casa para que vivan mejor en el jardín.
Cuánto lo siento chicos, cuánto lo siento Soledad.