sábado, 16 marzo 2024
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Demasiado torpes

A cuenta de la calidad de la carne, estamos asistiendo a un espectáculo bochornoso y ridículo en un país que, a pesar del ruido interesado y miserable, las cosas funcionan y avanzan de forma más que adecuada.

Se llega a acuerdos fundamentales con los agentes sociales para reformar la ley laboral del PP, que supuso la degradación más absoluta y el retroceso más indolente de derechos laborales de los trabajadores que jamás se ha ya dado en España.  Se aumenta sensiblemente el salario mínimo interprofesional, se avanza de forma eficaz en la vacunación y en la superación de la pandemia, se empiezan a gestionar millones de euros procedentes de la Unión Europea, disminuye el paro de forma vertiginosa y aumenta la perspectiva de mejora económica de un país que ha atravesado la peor crisis que se recuerda, en las peores circunstancias.

Es lógico que en esta situación la derecha, y más cuando al frente hay absolutos mentecatos sin formación y sin el más mínimo sentido del Estado, busque cualquier excusa, por peregrina y absurda que sea, para intentar tener algo de presencia y poder meter su mensaje en el discurso público.

No pueden sacar pecho de nada, pues se oponen a todo y evidencian su poco apego por mejorar la vida de los españoles. Con enarbolar banderas y llenarse la boca de verborrea patriotera fingida, tienen de sobra. Con eso tienen millones de votantes, para qué esforzarse más.

Pero lo realmente penoso en todo este asunto, es que desde el gobierno y desde los partidos que lo sustentan se propicie toda la carnaza necesaria para dar vida a una oposición ignominiosa y ya de paso dinamitar la buena gestión que están realizando.

El ministro Garzón no es inocente en todo este asunto, es uno de los muchos bocazas que abundan estos días en el panorama político. No vienen a cuento sus comentarios en The Guardian cuestionando la calidad de la carne proveniente de las macrogranjas, porque si no es de calidad, es su responsabilidad evitar que vaya al mercado de consumo.

Si las macrogranjas provocan todos esos males que indica, y no lo dudo, su obligación es tomar las medidas necesarias desde el gobierno para impedirlo, no ir diciendo por ahí que son muy malos y que lo destrozan todo. Eso no sirve para nada, más que para crear una polémica tonta propia de quien se aburre y tiene un sentido muy poco práctico de lo que es estar en el gobierno.

Por otro lado hay algunos barones que se arrogan el derecho y el deber de hablar de todo sin importarles mucho si contribuyen en algo al debido sosiego y a centrar los debates. Pareciera que eso les importa menos que otras cosas.

Y desde luego la culpa de todo esto la tiene quien debiendo zanjar de forma tajante este asunto, lo deja crecer sin ningún sentido. El presidente del gobierno debería haberse plantado en el minuto uno y haber puesto orden en su ejecutivo e impedir que se alimentase una polémica absurda desde sus filas. Y con esa legitimidad debería haber acallado la incontinencia verbal de algunos de sus dirigentes regionales.

Es inaudito que un gobierno con una hoja de servicios tan asombrosa lo eche todo a perder por el exceso de vocingleros y de egos que tiene a su alrededor. No hay un solo inocente en todo esto, y desde luego, lo imperdonable es que con esta actitud infantil y descerebrada den pábulo a una oposición infame y desleal.

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