La movida promovida por el sabotaje que derivó en el descarrilamiento en Torrijos del llamado ‘tren de la vergüenza’, penúltima historia para no dormir ni llegar de la carraca ferroviaria que presuntamente une Madrid y Extremadura con apeadero y averías en Talavera, me ha hecho caer en la cuenta, velaíle, de la excesiva profusión y proliferación de la táctica del sabotaje en nuestra cosa nostra local, provincial y regional.
La cuestión es y está en que si un determinado asunto o proyecto de interés para el conjunto de la puta base ciudadana va mal por causas mil, como nombres tiene el miembro viril, las huestes opositoras o escaqueadoras, que de todo hay en la viña pública, despliegan sus hábiles y oportunas estrategias saboteadoras para intentar hacer ver que la cosa en sí o las personas que la circunda van mucho peor, de lo que el personal votante cree.
Muchos ejemplos se podrían poner al respecto en esta región de nuestras vidas y movidas, pero voy a centrarme por mera proximidad en la Ciudad de la Cerámica y del árnica. Pasando con pies ligeros sobre asuntos ya tan trillaos como el cacao maravillao, manipulao y tuiteao provocado por la falsa acusación de un componente de la junta local del PP contra la secretaria general de la agrupación socialista talaverana y consejera, Agustina García.
O la judicialmente desautorizada rampa con la que los dos concejales electos por Ciudadanos permitieron la llegada a la poltrona municipal al pepero Jaime Ramos e, incluso, las traviesas puestas por dos de sus componentes a la acción política de Ganemos Talavera, vamos a poner el foco en el sorprendente palo puesto en las ruedas del carro que el PSOE talaverano quiere que le lleve a la alcaldía de la ciudad.
Una acción que no puede calificarse de sabotaje al uso, por el absoluto derecho que tiene cualquier militante socialista a presentar candidatura en el proceso de primarias abierto, pero sí de sorprendente e incluso inconveniente decisión, témome, por dar una ventaja propagandística de nada menos que de un mes a los candidatos de otros partidos en un momento en el que, por la catastrófica situación de la ciudad y la ilusión creada en torno a la figura de Agustina García, la unión socialista debería haber sido, digo yo, rocosa y unánime.
A alguien dentro del comité local del PSOE le han colado este inesperado gol por la escuadra, totalmente legal ya digo tanto en el Var como en el Bar, por parte de un militante de nuevo cuño que quiere que la batalla sociata por Talavera empiece, contra todo pronóstico, en la calle José García Verdugo.
Pero, como casi siempre en esta ciudad, no pasa nada. Ya estamos acostumbrados a esperar sine die el Ave, la plataforma logística, el fin del trasvase y tal y tal. Ahora toca esperar un mes a que se oficialice, porque saber todo el mundo la sabe, tú verás, la candidatura socialista que luche por arrebatar a Ramos el bastón cerámico. Y que ¡Vivan los estatutos!. Manda huevos.
