En la tarde de este lunes, en una sala habilitada en el tanatorio que linda con el cementerio municipal de Talavera, se dará el último adiós a María Ángeles Santos. MAS, como firmaba sus informaciones en La Voz del Tajo de entonces, se ha ido como vino: sin hacer ruido.
Muchos años, infinidad de horas e innumerables periódicos hemos compartido en aquella redacción llena de humo y marcada, primero, por el teclear de las máquinas de escribir y de los teletipos y, después, por la inmediatez de los ordenadores. MAS fue una periodista de raza, escribía de todo a excepción de deportes, quizá porque en el grueso de la plantilla había muchos elementos que disfrutaban haciéndolo.
Además, fue una de las primeras mujeres de la prensa toledana en escribir artículos de opinión. Marcó una época dentro del periodismo talaverano. Aterrizó en la Ciudad de la Cerámica de su Villanueva de los Infantes natal y convirtió a Talavera en su segunda patria.
Disfrutaba con este trabajo, pero lo dejó cuando se produjo un gran cambio estructural en el periódico y lo adquirió Diario 16. Aguantó pocos meses. Ni se adaptó al modelo periodístico que se expuso, ni tampoco a Toledo. Ella quería vivir en Talavera.
Y cambió de acera. Se acercó a la política local, de la que tanto escribió, y se convirtió en jefa de gabinete de dos alcaldes: el popular Florentino Carriches y el socialista José Francisco Rivas. Después ejerció como asesora del grupo municipal del PSOE en el consistorio talaverano y ahora prestaba sus funciones en el gabinete de la alcaldesa Tita García.
MAS era una impenitente lectora, sana costumbre que adquirió de su padre, tal y como a ella la gustaba decir. Daba gusto conversar con ella de libros, autores y modas literarias. Unos ilustrativos debates que nunca más protagonizará porque cuando levanten su cadáver del tanatorio, éste marchará a Toledo para realizar la correspondiente autopsia y sus restos serán enterrados en su población natal.
Este lunes, frío y desangelado, se ha conocido su muerte. Parece que la sorprendió en pleno sueño y que no ha debido sufrir, algo que alegra a los muchos amigos que deja tanto en el periodismo como fuera de él. Uno de ellos, con el corazón encogido, ha sido el encargado de darme la noticia a primeras horas de la mañana. Entre lágrimas y recordando lo vivido entre ellos.
A pesar de que su trabajo no era el periodismo como tal, sí plasmaba su visión en otros diarios, revistas y las redes sociales. Aún seguía enganchada a una vocación de la que la alejaron las condiciones de trabajo. Nos ha dejado como antes lo hicieron otros compañeros de mesa –Enrique Ginestal, Santiago Sanguino, Gabi- y hoy nos sentimos un poco huérfanos los veteranos que coincidimos con ella en aquella trinchera de la calle Marqués de Mirasol.
Ha cambiado el periodismo, la provincia y lo que queda de nosotros. Son otros tiempos, otras formas, distintos modelos; pero la escritura sigue, aunque su baja será irremplazable. Se ha ido joven y, de paso, nos recuerda que vamos quedando pocos de aquellos románticos que nos dedicábamos entonces y ahora a informar.
En estas horas amargas, cuando MAS ha cruzado el umbral de la muerte, recuerdo que ella y yo éramos los principales encargados de redactar las necrológicas en aquel papel. Y lo triste es que hoy María Ángeles es la protagonista, algo que no se esperaba, ni mucho menos se deseaba. Se va una compañera y una gran escritora que siempre quedará en nuestra memoria aunque cambien los tiempos, las formas y los modelos.
Y por ello, en este lunes tan amargo, no paro de recordar aquellos debates que protagonizábamos –entre periódicos, humo, ruido y olor a tinta- esas jornadas tan largas, inhóspitas, pero alegres de la vieja redacción. Descansa en paz, compañera, aunque allá en el cielo seguirás leyendo y escribiendo tu punto de vista de lo vivido y ahora de lo eterno. Hasta siempre, MAS.