lunes, 25 noviembre 2024
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Teletrabajo y bebés becarios

Patricia Ballesteros.

Tenemos tantas realidades como puertas, y tras cada una de ellas una situación distinta. Distintas configuraciones familiares, distintos tipos de vivienda y distintas situaciones sociales y económicas han marcado el cómo y los medios con los que cada hogar ha afrontado ésta, esperamos que pasajera, realidad.

Desde el piso con padre, madre y tres adolescentes compartiendo los cinco un portátil, pasando por la que vive sola con sus gatos, atravesando por las parejas con uno, dos, tres o más hijos menores de distintas edades, y por los hogares monomarentales con todo lo que ello implica. Tras muchas de estas puertas ha habido que afrontar un denominador común: el teletrabajo con hijos e hijas. Y desde un punto de vista feminista queremos analizar esta realidad.

Somos en tanto en cuanto son las redes que nos sustentan. Esta situación ha dejado patente en primer lugar cuánta falta nos hacen las redes de apoyo y, sobre todo, cuánto trabajo soportaban. Familiares que se hacían cargo de las criaturas mientas los progenitores trabajaban ya no pueden hacerlo dejando un enorme vacío asistencial. Esto debe hacernos reflexionar sobre las redes de apoyo, cómo se crean, cómo se entrelazan, cómo nos ayudan y cómo ayudamos. Seguro que todo esto nos hace valorarlas y sobre todo cuidarlas más.

Ante la imposibilidad de acudir a esas redes de apoyo y con los colegios y escuelas infantiles cerradas no ha quedado más remedio que adaptarnos a teletrabajar con los hijos e hijas en casa. Se ha normalizado en las reuniones oír sus voces e incluso que se cuelen y que ello no suponga un problema. Como muchas personas están en la misma situación se comprende que ocurra, se ha creado cierto “compañerismo” en este sentido.

Pero no todo es bonito. Las palabras que más se repiten al hablar con mujeres sobre el teletrabajo con menores en casa son: es imposible, no trabajas: sobrevives, es una locura, termino agotada. Teclear mientras con el pie mueves la hamaca, aprovechar los ratitos de siesta si con suerte los hay, turnarse con la pareja si también teletrabaja para ser productiva a ratos, aprovechar los ratos de clase, delegar un poco en hermanos y hermanas un poco más mayores, madrugar antes de que empiece la locura o trasnochar para aprovechar que ha terminado y renunciar al tiempo personal son el día a día de muchas mujeres que teletrabajan y crían.

El remordimiento de no producir lo suficiente, el estrés al intentar meter el turbo en los ratos que puedes, no concentrarte porque tu trabajo es intermitente, sentir que no estás haciendo bien ni una cosa ni la otra ni nada y mucho agobio son los sentimientos de muchas mujeres que teletrabajan y crían. Si ya de por sí las mujeres estamos sobre medicalizadas con ansiolíticos y antidepresivos, esto no va a hacer más que agudizarlo.

Y no es sólo criar, y teletrabajar, es el cuidado de la casa. No vamos a ahondar en quién dedicaba más tiempo a estas tareas antes de la pandemia, y suponemos que no habrá cambiado demasiado.

Si adaptarse es inviable, será como siempre la mujer quien se coja la excedencia, la baja, o reduzca su jornada para poder cuidar de los menores. Esta es otra cosa que no ha cambiado con la pandemia. Y esto tendrá consecuencias en su independencia económica, en su vida laboral, en su vida personal, en su jubilación.

Y en medio de todo este caos nos atrevemos a ver ciertas situaciones como oportunidades. Y esta pandemia nos ha dado una oportunidad de oro para reflexionar sobre los cuidados y la conciliación, en este caso con la crianza. Visualizarla, teorizar sobre cómo queremos que sea, sentar las bases de un futuro que implique otras formas de trabajar.

Pensarlo, fantasear y vamos a trabajar sobre ello. A todas esas madres teletrabajadoras (otro día hablamos de las que no) os mandamos un abrazo y mucho ánimo. No os sintáis culpables, esta situación ni nada de lo que emana de ella es culpa vuestra. No se puede estar al cien por cien siempre, nadie os va a juzgar por ello. Y sobre todo cuidaros, sois imprescindibles para cuando haya que volver a la lucha.

Patricia Ballesteros Sánchez-Infantes es integrante de la Plataforma 8M Toledo

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