De todas las hipótesis que existen sobre el origen del nombre de Europa, el que más me gustaría que fuera el verdadero, es el que hace referencia a la deidad del mundo griego, quizás porque era una mujer y aportaba su feminidad.
Hoy es el Día de Europa, y cada cual lo celebrará como quiera o no lo celebrará, pero no podemos pasar por alto que esta península de penínsulas es, quizás, el lugar más pacífico y transparente del mundo. Hace 61 años que nació simbólicamente la Unión Europea, pero ya mucho antes, los habitantes de Europa nos sentíamos europeos y considerábamos tan nuestros —procediésemos del país del que procediésemos— a Aristóteles y a Gutemberg, a Marie Curie y a Pessoa. No hubo lugar de Europa al que no le afectara el Renacimiento, y eso nos unió en artes y en ciencias. Crecimos juntos y a un ritmo parecido, como hijos e hijas de una misma familia.
Europa no se ha construido y transformado con teorías, sino con hechos. A Europa la hemos construido los europeos: las personas de a pie, los ayuntamientos, los gobiernos regionales y los estados miembros. Se ha construido gracias a la generosidad y al diálogo, y por ello, desde la constitución de la Unión Europea, hemos podido competir con las que, hasta aquel momento, eran las grandes potencias mundiales, porque como estados somos eficaces, pero como unión, somos poderosos. No hay más que hablar de los 27 para saber que nos referimos a la Unión Europea, a nosotros y a nosotras.
En estos años hemos transformado el concepto frontera con el espacio Schengen; hemos desarrollado una nueva economía con el nacimiento del euro; hemos unido nuestros intereses a favor de la ciencia y de la investigación; lideramos las políticas sobre Medio ambiente; compartimos y estamos protegidos por unos derechos fundamentales; y, si sumamos los años de democracia de cada uno de sus miembros, no encontramos ningún otro lugar en el mundo que los supere. Y todo ello manteniendo la identidad y la cultura de cada uno de sus estados. Hemos creado una base sólida en la que más que fuertes, somos eficientes; más que ambición, nos proporciona progreso; más que protección, ofrece seguridad; más que palabras, se llevan a cabo hechos. Hoy, y cada día, debemos celebrar esta unión.
Quizás hay todavía asuntos que pulir y perfeccionar, pero lo que empezó simbólicamente hace 61 años, hoy ya da sus frutos. Desde nuestro Gobierno regional, animamos a los castellanomanchegos y castellanomanchegas a sentirse europeos y defender la Unión como lo que es: un hogar.
Rosa Ana Rodríguez es consejera de Educación, Cultura y Deportes