domingo, 24 noviembre 2024
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Civismos y gasolineras

 

Talavera de la Reina es esa ciudad donde se puede colocar una gasolinera a veinte centímetros de un colegio, en suelo de uso educativo, y pegado a un transformador eléctrico, mientras se precintan las máquinas expendedoras a diez metros porque no cumplen la misma “normativa” que permite colocar 80.000 litros de combustible junto a un patio escolar. Talavera es esa ciudad donde tenemos un Plan de Ordenación Municipal que nos salió por un ojo de la cara, cuyo diseño se dilató durante una década, y que cuando entró en vigor ya nació muerto, porque a los redactores -promotores, dueños del suelo, intereses varios ligados al desarrollo inmobiliario, a la especulación y a esas cosas conocidas- se les había pasado ya el arroz de la fiebre del ladrillo. Pero ese POM, que pagamos usted y yo, lo dejamos niquelado para quienes han venido cortando tradicionalmente el bacalao del asunto. Un POM, por cierto, que se redacta y aprueba cuando el anterior Plan General de Ordenación Urbanística de los años noventa, no se había ejecutado ni siquiera en un 50 %. Pero había que dar gusto a quienes realmente mandaban/mandan y convertir en suelo urbanizable gran parte del término municipal.

Miguel Angel SanchezTalavera es esa ciudad donde, recalificadas más de 700 hectáreas de forma caprichosa como suelo urbanizable en el novísimo POM del año 2011, no cuenta ni con un solo metro cuadrado de suelo industrial. Es más: si la plataforma logística finalmente se instala en el término municipal, se ubicaría no en el suelo que el planeamiento clasifica como urbanizable, y califica a su vez como industrial, sino curiosamente en suelo calificado como urbanizable residencial. Talavera es esa ciudad donde se da licencia sin despeinarse para una gravera de 40 hectáreas junto a su espacio natural más importante. Y no pasa nada. Y es esa ciudad donde se usa el poder omnipresente de la Junta de Comunidades para aprobar un Plan de Singular Interés con el objetivo de desarrollar un campo de golf y una zona comercial; desarrollo incompleto y donde por cierto aún no se han satisfecho todas las cesiones obligadas, según también la Junta de Comunidades. Pero que aquí damos por bueno, total, que para qué enredar porque quien pierde, como siempre, es el ciudadano. El que paga.

Talavera de la Reina es esa ciudad donde seguimos derribando elementos de nuestro patrimonio (en este caso, ahora mismo, el edificio de ILTA); o dejamos que nos destrocen la Portiña y el Berrocal para meter una tubería de abastecimiento para Segurilla; y donde somos incapaces de integrar el Tajo en la trama urbana, más allá de maquillajes políticos de playas imposibles. Talavera esa ciudad heredera de un urbanismo atroz de los años sesenta y setenta, anacrónico y que medio siglo después nos deja barriadas y espacios urbanos necesitados con urgencia de rehabilitación. El mismo urbanismo que se quiere perpetuar, donde el ciudadano es mero usuario y ejemplar pagador; pero los planos, las líneas, las edificabilidades y, sobre todo, las rentabilidades y plusvalías acaban en los mismos.

Que se quiera levantar una gasolinera lindera con un colegio, pegada a un transformador eléctrico y un centro de culto, junto a una de las rotondas con más tráfico de la ciudad, escenifica una forma de entender el urbanismo en Talavera. Una visión unívoca, que siempre beneficia al particular, donde por arte de magia un suelo finalista para usos educativos, por los flecos de la “laxitud” del planeamiento, se transforma en tienda con servicio, con suministro de carburantes; y, finalmente, en gasolinera. Porque son inaceptables e inasumibles las formas, el todo vale. Una empresa no puede despreciar a la ciudad, a sus gentes. No todo es negocio. Al menos ya no. Y es significativo que una junta de gobierno local (compuesta exclusivamente por miembros del Partido Popular) haya dado licencia por urgencia y sin informar a la oposición, y sea la presión y el civismo de las madres del colegio Pablo Iglesias quienes estén, a pie de solar/colegio, poniendo orden y exigiendo sus derechos. Toda una lección que deberían aprender quienes tan acostumbrados están a usar a la ciudadanía/gente como mera cantera de votos e impuestos.

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