Ayer publiqué el balance de las Ferias de San Isidro casi a las diez de la noche cuando podía haberlo hecho muchas horas antes. ¿Arrebato deontológico, honestidad con nuestros lectores, decencia?, un poco de todo. No parecía lógico y normal que en la nota de prensa del gabinete de comunicación del Ayuntamiento no se hablara de lo que toda la ciudad ha hablado durante todos estos días, léase, mosquitos, barro, toros, Mario Vaquerizo, presupuesto, fianzas, feria de artesanía… a la hora de hacer un balance y que todo fueran parabienes a la mayor gloria de.
Al final, y tras cinco horas de espera, la conversación con el responsable del tinglado me disipó las dudas y me uní a esa vorágine que se propagó por toda la región con el ‘copia-pega-me da igual, no importa’ (vaya, sigo abducido por el pregonero), sabedor, entonces, de que no dejaría a los lectores sin ese análisis, muy particular sí, pero un análisis-balance que en teoría no me corerspondería hacerlo a mí.
Organizar una feria de este calibre debe ser difícil y congraciar a todos, imposible. Sin embargo, quien no reconoce los errores está condenado a repetirlos y quien ostenta un cargo público -por cierto, francamente bien remunerado habida cuenta de los sueldos que se estilan por la ciudad- se debe a su ciudadanía y también a los medios de comunicación, que estamos para trasladar las decisiones que se toman en la Casa del Pueblo y sobre cómo gastan nuestro dinero, repito, nuestro dinero. El mutismo y el oscurantismo parece que se ha convertido en práctica habitual por la Plaza del Pan. Mal vamos.
El tono y la brevedad de la conversación –no por mí- y su vacío contenido instantáneamente me recordó a eso que escuchamos hace unos días del “cortijo”. Entiendo que a un representante político le moleste que haya periodistas que no se conformen con recitar sus bonanzas y que intenten aportar todos los datos posibles y, sobre todo, claridad y veracidad en las informaciones. Créanme, en estos momentos no es nada fácil. Pero de ahí a evitar el saludo y no colaborar me parece, pues eso, que mal vamos. Quizá sea que en la inexperiencia, a pesar de la experiencia de seis años, no se haya asimilado que los que nos exponemos a la opinión pública tenemos que tener las espaldas anchas, muy anchas, y quien toma decisiones actos de contrición y propósito de enmienda. Lo llevamos en el sueldo.
Dicho esto, en un balance de las Ferias de San Mateo 2017 no se puede obviar la obviedad y los mosquitos han sido los tristes protagonistas. Culpa del concejal de Festejos, ninguna, del de Sanidad, pues tampoco. Los quironómidos –que así se llaman los bichitos- son consecuencia del estado del río y por mucho que se fumigue poca solución tiene, así que habrá que irse acostumbrando, digo yo, a ir a Madrid a decirle a la señora ministra que deje fluir de una vez el agua del Tajo y del Alberche por sus cauces y que la Confederación Hidrográfica del Tajo venga a limpiar nuestras riberas y no a hacer playitas. Contrición y enmienda.
El concejal de Festejos tiene la culpa de que “el de arriba” jarree agua durante los tres días previos al inicio de la feria, pues no. Todos sabemos quién invocó a la Virgen de la Cueva hace unas semanas. Es broma. El concejal sí tiene la culpa de ubicar un escenario en un parque de arena y no acondicionar el terreno. O es que Isidro y Mateo son de secano. Por favor, si raro es el año que no llueve. Y con lo que cayó entre el miércoles y el mismo viernes hasta las 10 y media de la noche no hay ingeniero que arregle ese desaguisado. Contrición y enmienda.
El concejal de Festejos tiene la culpa de que La Caprichosa sea propiedad privada, pues no. Y de que no haya empresas taurinas que asuman la concesión de explotación y garanticen eventos en Mondas, San Isidro y San Mateo, pues tampoco. Que ha gestionado mal las portátiles, pues probablemente sí, por lo que sabemos –“reunión privada”-. Él solo, pues lo más seguro es que no. Que lo de las subvenciones –éstas tienen debate aparte- que vienen y van al libre albedrío ha sido un cachondeo general, pues también. Si tienes gente de la casa que dan trabajo a los de la casa y que demostraron en septiembre que tienen capacidad, para qué complicarse la vida. Llamada, licencia, subvención y punto. Entiendo que las Ferias de San Isidro se comienzan a trabajar al día siguiente de terminar las de San Mateo y viceversa. Entiendo. Propósito de enmienda.
Sabemos que las Ferias de San Isidro nos han costado 236.000 euros y bien gastado estará por todo lo que conllevan, pero, ¿y el desglose? Todavía recuerdo ese cuadro de gastos e ingresos que maquetábamos en prensa para el especial de ferias. Ahora ni la oposición posee esos datos y no hay manera. Por qué se ocultan, por qué la ciudadanía no puede saber cómo se distribuye su dinero, aunque sea grosso modo, aunque no estén todos los asientos, motivo, dicen, de la imposibilidad de facilitarlos.
El pregonero. Qué quieren que les diga. Raro es, pero resultón también ha sido, a pesar de los detractores que los ha habido, y muchos, y están en su derecho, faltaría más. Yo soy de la opinión de que cuando de hedonismo se trata todo vale y ya hay otros pregones y muchos premios para dar protagonismo a otro tipo de personalidades. La gente quiere diversión e improvisación, naturalidad y cercanía, no discursos de hojas y hojas preparados y repasados concienzudamente para lucimiento personal. Y rechazo el chovinismo. El responsable de Festejos optó esta vez por una estrella mediática y hubiera sido perfecto si supiéramos cuánto nos costó o a cómo iba el pack de glam.
El cartel de los conciertos entiendo que ha sido un acierto, y así lo reflejamos. Vieja guardia, sí, pero variada, con trayectoria incuestionable y para todos los gustos. En este aspecto hay que tomar decisiones y muchas veces se toman por el caché y la disponibilidad. Y complacer a todos es imposible, eso es como las alineaciones de fútbol, cada uno tiene la suya. El público respondió, de eso no hay duda. Nada que objetar.
En lo de las fianzas sólo apuntar que la subida ha molestado y mucho, pero si se han subido será porque con lo que se daba no se cubrían gastos por desperfectos y para esperar pagos con retraso ya estamos los ciudadanos y las empresas. Y los limitadores de sonido y sobre todo los 160 euritos del ala también han escocido. Si hubo celo el Ayuntamiento va a ingresar extra un buen dinerito en multas porque si bien el estruendo de otros años no fue tal si que hubieron varias excepciones y reiteradas. Dicen que alguna caseta está esperando aún que vayan a ponerlo en funcionamiento. Poco a poco. Hay que limar innovaciones y encontrar una armonía, y los pasos parecen que llevan a buen puerto. Aquí habrá enmienda, seguro.
En cuanto a la Feria de Artesanía el concejal de Festejos solo no puede ser responsable. Hay un compendio que intervinientes y muchos condicionantes para poder sacar adelante una feria de postín pero hay que trabajar en ello, desde ya, y aportar ideas, sobre todo ideas, que las facilidades se dan por hechas. Eso creo.
De faralaes no me pidan pronunciamiento de si es correcto o no. Hay una Hermandad que organiza y que entiendo puede poner su normativa interna sobre el o los atuendos con los que poder participar en la romería. No deja de ser una forma de expresarse en un contexto festivo, apunto. Sí que me gusta ver cada vez más trajes tradicionales de Talavera y su comarca, preciosos.
Por último, en el balance se reiteró de forma manida la masiva afluencia de visitantes. ¿Y? ¿Cuál es el misterio? ¿Por qué no van a ir? Las ferias en Talavera van más allá de quien toque o de que haya más o menos casetas o actividades o de quien gobierne. Las ferias de Talavera son dos periodos lúdicos en el calendario de la ciudad en los que la mayoría se deja caer aunque sólo sea para salir de la rutina y ver a amigos y conocidos que no ven a lo largo del año. Y para las familias con niños es obligación. Salvo que llueva la masificación del sábado y el domingo está garantizada. ¿Demagogia?
Y este es mi particular balance, más o menos acertado, y que podría haberme ahorrado si lo obvio no se hubiera obviado. Faltan cosas de la intraferia, lo sé, pero tampoco es plan de soltarlas sin más, o sí. Veremos.
