Tengo en la cabeza un runrún constante que me tiene de verdad cansado; algo parecido a esas melodías intrusas que a veces se enganchan en el cerebro y no hay forma humana de darles esquinazo, lo peor es que no tiene nada que ver que la maldita cancioncilla te guste o no, se mete ahí y ahí se queda molestando todo lo que puede hasta que desaparece. Hace unos días anduve martirizado por una musiquilla tan inesperada como insufrible. La canción esa de Marco, su mamá y su mono Amedio. Juro a quien esto lee, que a pesar de lo que acabo de escribir, mi inteligencia es de rango corriente y en general mis amigos y la gente que me rodea me tuvieron siempre por alguien de buen gusto. Pero dejemos esto no vaya a ser que entre unas cosas y otras vuelva la melodía de los dibujos animados.
Lo cierto es que no paro de darle vueltas al modo ¿absurdo, impensable, imprevisible, inopinado, inesperado? O quizá nada de esto, en el que Talavera ha caído y escribo “caído” de una posición cómoda y placentera a un pozo negro y parece que sin fondo. ¿Quién o qué ha tenido la culpa? ¿Qué factores imprevistos han influido en el desastre? ¿Es responsabilidad nuestra, de los talaveranos? Y finalmente ¿De verdad existen culpables o todo no es más que una evolución lógica de determinados factores indeseados e indeseables pero reales y ciertos que responden al camino que llevaba la ciudad desde años atrás y que nadie ha tenido la inteligencia o la posibilidad de evitar?
Lo cierto es que pensando en nuestro comercio arruinado, nuestras industrias inexistentes, nuestros trenes volanderos, nuestra cerámica rota, nuestra universidad jivarizada, nuestro río robado, nuestras esperanzas muertas y nuestro futuro negro, surge culpar de los males de Talavera a los políticos de la ciudad sean del partido que sean, acusar a Toledo, la Junta y al Gobierno de la nación que desde hace tantos años nos ignoran y maltratan y seguramente estaremos en lo cierto, pero tampoco está de más que nos culpemos a nosotros mismos de algo o de mucho de lo que pasó aquí; para empezar de la elección de quienes hemos puesto en los puestos de mando y a quienes hemos dado el voto bonitamente y por la cara sin más aval que haber sido presentados por los partido políticos de ámbito nacional.
Y así nos ha ido.
