Hace mucho que no escribo sobre fútbol; sobre fútbol o lo que pulula alrededor de este espectáculo que fue deporte en otro tiempo. El domingo vi el partido entre el Club Deportivo Toledo y el Club de Fútbol Talavera, que los entendidos llaman derbi provincial, que se da a veces en las temporadas en las que ambos clubes coinciden en categoría y grupo. Confieso que vi el encuentro por la tele en la cadena autonómica que tuvo el buen gusto de trasmitirlo la mañana del domingo como ya he escrito, y creo que fue una buena ocasión para hacerlo porque la mañanita estaba de verdad cruda entre el frío y la lluvia fina.
No estuvo mal, incluso resultó de cierta calidad teniendo en cuenta las malas condiciones meteorológicas que se daban en Talavera el día siete. La emoción -bueno en realidad la pasión- asegurada teniendo en cuenta los rivales y por lo demás la cosa pintó bien sin demasiadas patadas en un partido jugado de poder a poder como dicen las crónicas, sobre un terreno que parecía cada vez más molesto y pesado para los jugadores. Lo cierto es que en mi casa, tranquilamente descubrí alguna cosa que me revolvió un poquito el estómago, la verdad.
Cierto que uno de los que transmitían el partido, un comentarista de apoyo, creo que de la parte de los toledanos, y lo creo porque no lo escuché ni a mi amigo Torija ni a mi colega Rosado, se empeñó en que el club talaverano es el Club Deportivo Talavera. En fin. Detalle menor desde luego, pero circunstancia fea y sin necesidad. Mucho peor fue ver en las camisetas y vestimenta deportiva de los capitalinos publicidad de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Una entidad semejante debería tener mucho más cuidado a la hora de elegir dónde hace su publicidad, si elige el C.D. Toledo, algo sorprendente por cuanto se trata de un equipo de fútbol semiprofesional, obligatoriamente debe hacer lo mismo, dar idéntico apoyo económico, a TODOS los otros equipos o clubes de la región que se encuentren en la misma categoría que los verdes: el Talavera o el Torrijos o el Manchego o el Guadalajara o el Conquense o el que sea, otra cosa es un agravio comparativo imposible de soportar. Y un capricho imperdonable.
Dicen que en Talavera siempre estamos con victimismos, pero no es el caso, en esto del apoyo al club de la Ciudad Imperial no hay tales victimismos, lo que somos es víctimas, y víctimas de una decisión incomprensible y caprichosa por parte de quien sea en la Junta o en la banal, insignificante y seguramente desnortada Universidad de Castilla-La Mancha.
Y no son asuntos menores, desde luego.