Las últimas elecciones municipales dejaron un panorama inédito en la política local. Un partido político nuevo, al dictado de Madrid o Toledo, daba la alcaldía al partido más votado, en este caso el PP. Las incipientes reuniones para lograr un acuerdo a tres entre PSOE, Ganemos y Ciudadanos, con un programa serio y riguroso de gobierno, se quedaron en nada. La “orden” era el partido más votado, lo que evitó problemas y allanó y alivió el asunto.
Un año después parece ser que eso ya no vale, y cualquier quítame allá esas pajas sirve para amagar con una moción de censura, que no es poca cosa, y que en todo caso es algo más allá que el remedio a un calentón de verano, o el camino que parecen indicar ciertos sectores o factores fácticos/mediáticos a los que Talavera les interesa lo que les interesa sus intereses muy particulares; y donde todo vale para que todo siga igual, es decir, para que Talavera continúe sumisa y en el pozo.
Que el gobierno de la ciudad dependa de las veleidades y maniobras de los intereses nacionales o regionales de un partido, es asunto preocupante. Más diría yo. Un PP paralizado, tirando de Junta de gobierno local, y sin directrices políticas regionales o nacionales, y un PSOE como sucursal y apagafuegos de las omisiones de una Junta a pachas y de aquella manera con Podemos, junto con un Ganemos independiente e intentando convertirse en una opción sólida y cuajada, de futuro… definen la situación local. Y en estas, amagando, un sector del PSOE que ve la insospechada posibilidad de gobernar con los peores resultados de su historia, que huele sangre y va a por ello.
Las urnas soberanas dan estas cosas. Los políticos más atentos al ordeno y mando que a la ciudad que representan, también dan estas cosas. Creo que aún no hemos escarmentado con décadas de gobiernos municipales entregados a lo que decía/dice el jefe o la jefa en Toledo. No hemos aprendido, porque esta patria de las derrotas que vivimos, el matadero o cementerio de mejores tiempos en el que nos encontramos no es fruto de un partido, de un gobierno, de un alcalde, o dos o tres… es resultado de la forma de entender la política, de la sumisión, de colocar a la ciudad y al ciudadano al final de las prioridades. Pero no sólo en la plaza del Pan, sino en lo que, a estas alturas, aún queda de sumiso tejido social, ciudadano o como se quiera decir y entender.
La ruleta rusa talaverana entra en una nueva partida. Todo quedará en nada. De momento. Pero sirve para “visualizar” que dirían los modernos la endeblez de la política municipal. Y sin personalidad y riendas, y sin fuerza, es muy complicado sacar a Talavera de donde estamos. Y es que cuando se prioriza el interés de “partido” por encima del interés general, pasan estas cosas. Que juegue quien quiera. Yo no. Talavera es algo mucho más serio. Al menos para mí.
