El Instituto Nacional de Estadística hacía públicos el pasado miércoles los resultados de la Encuesta Anual de Coste laboral (EACL) correspondiente al año 2015. Un importante conjunto de datos que nos informan cuantitativa y cualitativamente de los costes totales y parciales del factor trabajo en nuestro país.
Desde el coste bruto que incluye todo salvo las dietas y gastos de viaje, hasta el desglosado en salarios y sueldos, cotizaciones sociales (obligatorias o voluntarias) prestaciones sociales u otros conceptos. E incorpora también otros datos de interés relativos al desglose por actividad económica, por comunidad autónoma, por tamaño de empresa, así como información acerca de cómo se regulan las condiciones de trabajo en éstas.
No pretendo hacer un análisis pormenorizado de estos datos, invito a verlos y a leer lo publicado sobre ellos en estos días. Quiero sí centrar mi enfoque en la situación de Castilla-La Mancha frente al conjunto del país y también cómo es la evolución de este encuadre comparativo.
Me detendré en tres variables que, a mi modo de ver, reflejan eficazmente la realidad. El coste total neto (restadas las subvenciones y deducciones que se reciben de las distintas Administraciones Públicas) por persona trabajadora en el conjunto del país fue de 30.643,87 € durante 2015. El salario anual bruto por trabajador o trabajadora en España fue de 22.850,57 €, y representó el 74,1% del coste total. Y el coste no salarial estatal fue de 7.793,30 €. Conviene recordar que esta última variable (que es la diferencia entre las dos primeras) está principalmente compuesta por los gastos de cotizaciones obligatorias a la Seguridad Social, y muy minoritariamente suma también cotizaciones voluntarias complementarias a seguros y planes de pensiones, gastos de carácter social, indemnizaciones por despido, ropa de trabajo…
Pues bien, estos mismos datos en Castilla-La Mancha son: el coste total neto de 26.907,76 €; el salario anual bruto de 19.943,13 €; y el coste no salarial de 6.964,63 €.
La primera reflexión concluyente nos hace constatar la realidad de nuestra región, la existencia de un profundo desfase salarial, y de los derechos diferidos que ello conlleva, con respecto al conjunto del Estado.
Esta realidad no es sólo la de hoy, es así históricamente y, lo que aún es peor, se trata de una brecha que aumenta con el paso del tiempo y, en mayor medida, en los últimos años. Basta sólo con ver la variación de las variables citadas en un año. El coste neto total ha aumentado un 0,5% con respecto al año anterior en el conjunto del Estado, mientras que en CLM retrocede un 3,9%; el salario anual bruto ha aumentado un 1,1% en España con respecto a 2014, mientras que en CLM retrocede un 3,6%; y el coste no salarial ha disminuido en nuestro país un 1,2%, mientras que en nuestra región lo ha hecho un 4,7%.
Los datos como podemos ver son demoledores. No creo necesario desagregar más la información o incidir sobre ella. Es más, creo que cualquier añadido restaría contundencia a la conclusión de existencia de brecha importante y profundización de la misma.
Éste es uno de los reflejos evidentes de los retos de nuestra región. El camino a recorrer es largo y difícil, el margen de mejora es tan amplio como necesario es recortar la diferencia con el resto de comunidades autónomas.
Vaya por delante el compromiso decidido de Comisiones Obreras de hacer todo lo posible por recorrer ese camino y de trabajar por achicar la herida social que supone. Pero solos no podemos, no basta, y por esto emplazamos al resto de agentes con capacidad de intervención y de influir para lograrlo, en especial patronales, empresariado, partidos políticos, Gobierno regional, y Administraciones locales y central.
Lucas Sánchez es Secretario regional de Acción Sindical de Comisiones Obreras-CLM