Un grupo de atletas, entre los que se encuentran algunos de reconocido prestigio y palmarés como Antonio Núñez o Fernando Alvarado o el entrenador Pablo Cabeza, están denunciando a través de la red social Facebook la situación que se vive en el Parque de Los Sifones de Talavera.
La simbiosis de convivencia planteada desde instancias municipales atenta a la lógica, por lo que la probabilidad de que un perro suelto salga al paso de un atleta corriendo es bastante elevada y totalmente lógica.
El parque talaverano es un lugar óptimo e idóneo para la práctica del atletismo y así se refleja desde que se señalizasen distancias donde los corredores pueden realizar sus series sin necesidad de mirar el podómetro. Sin embargo, Los Sifones es también un lugar óptimo e idóneo para que los ciudadanos saquen a pasear a sus perros y así se refleja en el decreto de alcaldía de mayo de 2014 en el que se reconoce el parque como lugar acotado para esparcimiento de los caninos.
Los atletas denuncian que deben resignarse y sufrir los ataques, persecuciones, caídas, molestias, lesiones e interrupciones del entrenamiento provocadas por los perros sueltos, incidentes que en unos casos quedan en mera anécdota, mientras en otros se producen acalorados cambios de impresiones.
Una situación que perdura en el tiempo y que, aseguran, ha sido comunicada en varias ocasiones a responsables del Ayuntamiento, recibiendo buenas palabras e intenciones para solucionar el problema pero que han quedado en agua de borrajas.
Vaya por delante que los atletas no están en contra de que sus convecinos acudan con sus mascotas al parque y puedan soltar a sus perros, pero entienden que hay suficiente espacio para alcanzar una convivencia feliz por ambas partes. En este sentido, los corredores señalan que ellos suelen correr por el perímetro del parque y que en la zona central hay espacio y distancia suficiente siempre y cuando el dueño del perro tenga cuidado y sensibilidad hacia los demás usuarios.
Además de corredores y dueños de mascotas, al parque de Los Sifones también acuden familias con sus hijos y paseantes que en no pocas ocasiones ven acercarse hasta ellos un perro suelto. Unos los acarician pero otros pasan un mal trago, pese a que la conducta de estos animales es generalmente muy social.
En Toledo ya hay habilitadas seis áreas de esparcimiento –con sus puertas, papeleras y cartel indicativo con las normas de convivencia- para que los perros campen a sus anchas por ellas. Un vallado permite delimitar perfectamente el lugar en el que los caninos pueden correr y jugar sin ataduras, evitando con ello cualquier tipo de situación que incomode a los demás visitantes a esas zonas verdes. En el resto del parque los perros deben ir con correa. ¿No sería una solución fácil, barata y satisfactoria para todos?
