viernes, 22 noviembre 2024
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Aquellos días de la región, los ‘sanchistas’ quieren cambios y el mal momento de Ramos

PEDRO-Y-EMILIANO
Pedro Sánchez y Emiliano García-Page.

Hace dos días que se celebró un Día de la Región que no ha sido tan bullicioso como en otras ocasiones. Ya hace años que no se parecen en nada a esas jornadas que se programaban tanto en la época de José Bono como en la de José María Barreda. Se ha acabado el tiempo en el que se desplazaban autobuses –cargados de pensionistas y estudiantes- desde distintas localidades de la geografía castellano-manchega hasta el punto en el que se vivía el Día de la Región.

La fiesta se ha quedado como algo más íntima. Más nuestra, si cabe. Ya no aparecen por el estrado presidentes del gobierno, vicepresidentes o ministros, por lo que los políticos de la cantera brillan más. Y la verdad es que el Día de la Región, pese a esas grandes ausencias, se está afianzando. Y eso que ciertos sectores de la ciudadanía talaverana aseguran que no hay nada que celebrar. En fin, la vieja canción que pretende ser reivindicativa de parte de un pueblo que en la vida ha reivindicado muy poco.

Por no estar, este año no han estado dos expresidentes autonómicos como Barreda y Cospedal, permanecieron en el Congreso aprobando los presupuestos generales del Estado. Una maniobra, por cierto, que aquí en el Parlamento regional no cristaliza por ahora. El presidente del Ejecutivo regional, Emiliano García-Page, sostiene que muy pronto, antes de que finalice el estío, Castilla-La Mancha tendrá aprobada sus cuentas. Page sabe lo que se juega y mira tanto al PP como a Podemos para intentar desbloquear la situación, pero la llegada de Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE le indica que debe de buscar el apoyo de José García Molina.

Los ‘sanchistas’ aprietan

Sánchez se está esmerando estos días en restablecer relaciones con los barones territoriales. Sabe que, por mucho poder que adquiera en el partido, los necesita para que estalle la paz. Y los barones, además, también son conocedores de la situación. Aquí, en Castilla-La Mancha, la vieja guardia del partido se ha convertido al sanchismo. Altos cargos de épocas pasadas, con más años y canas, parecen que quieren dictaminar el camino a seguir. Desean encarnar una revolución que no será tal.

Eso sí, no se cansa de decir que García-Page es necesario para que sigua pilotando el proyecto socialista en estas tierras. Quizá porque en su facción no encuentran un verdadero líder. Lo que sí parece que han encontrado son personas que pueden volver a mandar en los aparatos regionales, provinciales y locales y no se esconden en decir que se deben producir cambios tanto en el Consejo de Gobierno como en la nómina de altos cargos. Por lo que se aprecia, le toca torear y bien a Jesús Fernández Vaquero. Entre otras cosas porque desde su entorno también se piden sustituciones.

Intentos de presión que nada parece influir en el camino de Page. El presidente se sigue mostrando en público tal cual es. Lo dejó claro en Cuenca, en el acto institucional del Día de la Región, y en la inauguración del centro médico de Azucaica, por ejemplo. Es más, no deja pasar la ocasión para contestar a sus adversarios políticos.

Así, en el auditorio conquense dijo que “si alguien está pensando en otoños calientes y en tensionar la situación entre nosotros, lo único que nos queda es estar juntos”. Unas palabras, por cierto, que muy bien podrían estar dirigidas al president catalán, Carles Puigdemont; al alcalde de Talavera, Jaime Ramos, o a aquellos que quieren dividir el PSOE en la región.

alcalde-ramos
Jaime Ramos.

La situación de Ramos

Claro, que peor que Page lo está pasando el alcalde de Talavera. Ramos debe de estar nervioso porque encadena error tras error. O, tal vez, que ahora está sufriendo en sus carnes el dolor de la fuerte oposición. El otro día, incomprensiblemente, lanzó un tuit que se volvió -por inexacto- contra él, y bien que fue vilipendiado.

Viendo esta situación da la impresión que Ramos no cuenta con el debido asesoramiento.

Pero con lo que no cuenta Ramos es con la credencial de una buena gestión de gobierno. Seis años lleva dirigiendo los destinos de la Ciudad de la Cerámica el PP y la acción del gobierno ha sido casi nula. El alcalde dispone de dos años para remediarlo, aunque el último año de mandato ya se sabe que es más precampaña que otra cosa.

Ramos tiene que ponerse las pilas, hacer aflorar la ideas e intentar que Talavera se relance entre tanto grito inútil de marginación.

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