En el paisaje actual, la política que nos lleva es como esa escena de la película ‘En busca del arca perdida’, cuando en un bazar del norte de África Indiana Jones se encuentra con un indígena muy puesto en su territorio y entre los suyos, que le saca la cimitarra y comienza a hacer juegos de manos, momios y tal. Indiana Jones saca la pistola y le pega un tiro. Sin más. Para qué tonterías. En política eso es el Partido Popular. Ejecuta. Enfrente, eso que queda más allá de la fría practicidad, la izquierda que dice y quiere representar a esa sociedad que no comulga con una forma de hacer política, una política heredera de la España antigua, acantonada y tranquila en sólido suelo electoral y una maquinaria, cuando toca pasar por las urnas, perfectamente engrasada y que sabe trabajar a la perfección.
Enfrente una izquierda que quiere y ya no va pudiendo. La fragmentación, atomización, atrincheramiento, es el mejor argumento para que el Partido Popular siga gobernando. En Madrid, por ejemplo, aplicando una política errática y errónea, que nos mantiene y mantendrá en el furgón de cola de Europa, desterrando a generaciones al exterior, sin capacidad, entre otras, para apagar la mecha que ya llega al polvorín catalán. Al PP se le gana y se le ganará con unidad desde el otro lado, desde la diferencia. Más allá del cortafuegos de Ciudadanos, perfectamente amaromado por el hermano mayor, debe existir un posicionamiento serio capaz de sumar votos y sobre todo escaños, diputados y concejales.
A la política se viene a cambiar las cosas. La oposición sólo es posible cuando se es incapaz de gobernar. Comprendo y entiendo que Podemos pueda y quiera dejar su sello en los presupuestos, manejarlos dentro de sus posibilidades y entrar en el gobierno de Castilla-La Mancha. Si vas a unas elecciones, te presentas y quieres cambiar las cosas, es lo normal. Otra cosa es querer mantenerte en tu “pureza” virginal, no “mancharte” con los compañeros de camino, o despreciar al que se moja, porque ya se ha convertido en un “vendido” al régimen, a la casta, la trama o como se llame ahora.
Creo en lo posible, y quizá la política sea la capacidad de hacer realidad lo que consideras lo mejor para quienes representas. En Talavera de la Reina un concejal más para Psoe o Ganemos hubiera cambiado el signo de la alcaldía, como en Toledo. Eso se hubiera traducido en un cambio de rumbo seguro, y la ciudad no estaría hoy en el fondo del pozo donde las políticas del PP aquí, y Cospedal en Toledo, la han confinado. Y eso no hubiera sido vendernos, sino gobernar, aceptar la responsabilidad. A lo que se iba, vamos.
El futuro deja pocos resquicios. El camino está abierto, y hay que actuar con visión e inteligencia. O unidad o PP. Quizá algunos territorios se lo puedan permitir, pero ni Castilla-La Mancha ni Talavera lo pueden hacer. Los “puros” siempre encontrarán su trinchera, no cabe duda. Pero hay que “contaminarse”, como la letra de esa canción de Pedro Guerra. Todo tiene un precio, pero el más alto es contemplar cómo se agota tu tierra, tu ciudad; y cómo la gobiernan gentes sin alma.
A veces me desconciertan tus palabras Miguel Angel.
Sobra decir el respeto que te tengo y el ejemplo que eres como persona y ahora político, pero de tu escrito creo deducir que sientes empatía con la dirección de Podemos en Clm, algo raro, porque su dirigente no te llega ni a la suela de los zapatos.
Nadie se imagina a José García Molina en el parlamento europeo defendiendo nuestro río Tajo, por ejemplo.
Sencillamente este hombre tiene el ego tan grande y tiene tantas ansias de poder que venderá lo que tenga que vender para estar de diputado en Madrid.
Castilla-La Mancha le da igual, se le queda pequeña. Sus aspiraciones son otras. De ahí la desconfianza de tanta gente en esta persona que fue colocada por Pablo Iglesias ahi.