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A ver. Explicar algo que hay que vivirlo es cuanto menos difícil. Pero en resumen, la inauguración de la décimo quinta edición del Festival Internacional de Jazz Ciudad de Talavera no sólo no defraudó sino que encandiló a la nutrida concurrencia que se postró ante la obra de ingeniería más espectacular y cara de la ciudad. ¡Qué idea, gran idea!
El puente de Castilla-La Mancha tiró de un par de miles de personas que terminarían la noche siendo unos privilegiados y de camino a casa comentando que si qué gran voz, que si cómo tocaba éste y aquél, que qué lugar más maravilloso, que qué buen sonido…que qué de cosas y que qué lujo para Talavera tener a un tipo (en su primera acepción de ejemplar o modelo, claro) capaz de generar semejante espectáculo, lógicamente ponderando a su gran equipo, complemento indispensable y necesario para cualquier macro organización.
En esa miscelánea ecléctica -creo que innatogenética- de la Asociación Músico-Cultural Always Elvis lo que menos impera es el desorden; es un tótum revolútum donde las piezas tienen su razón de ser y encajan colocadas todas per se. Hay cabida para elegir a la imagen de una tienda de gafas –Queren y Edu ya pueden presumir de ser Miss Opticalia-; para que dos veteranos músicos ‘improvisaran’ una canción retrospectiva de los quince años del festival; para bailes de salón; para acercar al público y sacar a la calle el deporte de la gimnasia rítmica, con otra fantástica puesta en escena por parte de los integrantes del Club Expresión Rítmica Talavera de la afamada La La Land; para cenar o ‘picnear’ en una noche donde las estrellas brillaron más que nunca; para que la concejala de Cultura, María de los Ángeles Núñez se envistiera con la chaqueta que contempla la historia de catorce años del certamen; y, por supuesto, para arrancar el festival de música más importante de Talavera con lustre, brillo y esplendor (licencia académica).
Paso de puristas y como ni me precio ni soy crítico musical a mí que lo que menos se escuchase ayer noche fuera jazz puro o puro jazz ni me preocupa ni me ocupa. Creo modestamente que el jazz representa el punto de partida de toda la música que conocemos hoy como moderna y pienso, igualmente, que mientras los oídos permanezcan ávidos e insatisfechos es que la cosa ‘va tutto bene’. Jeje.
‘Caravana Jam’ es un quinteto de jazz pero con sello característico del estilo swing, ese ritmo hiperactivo que no te permite estarte quieto y que con los pies, manos, caderas, cabeza… le sigues aunque no quieras. Miguel Ruiz de Elvira (guitarra), David Herrera (guitarra), Álvaro López (guitarra), Cecilia Beguería (violín) y Miguel Almeida (contrabajo) hicieron en Talavera alarde de su virtuosismo y buen gusto y acertaron al hacerle “un huequito” a una voz potente y sorprendente, al menos para mí, como la de la talaverana María Coronado. María dejó a un lado los nervios confesados y la responsabilidad y dio un auténtico do de pecho ante amigos y paisanos que disfrutamos con ese improvisado sexteto protagonista del arranque musical del festival. ¡Chapeau!
Esas paparruchas de que segundas partes nunca fueron buenas son, eso, paparruchas. Lo de ayer de Red House pasará a la historia del Festival de Jazz de Talavera. Dos instituciones como Jeff Espinoza y Paco Simón, conjuntados perfectamente con un bajo y un batería de alta escuela, nos hicieron disfrutar de la música en un concierto de calidad marcado por la simpatía, las bromas y el buen rollo, que fue calando en los espectadores para terminar haciéndoles protagonistas de una actuación inolvidable.
Muchos que lean esta personalísima crónica dirán, ¡Espinoza, Simón!, y esos ¿quiénes son? Pues dos licenciados en Psicología y Geografía e Historia, respectivamente, que dejaron a un lado su formación -qué gran acierto, oye- para terminar tocando con muchos de los más grandes de la música y que al cabo de los años presentan una trayectoria espectacular que cualquiera que asistiera ayer por vez primera a su actuación sospechó desde el principio. Lean el enlace porque no puedo resumirlo todo aquí.
Si puedo decir que esa característica voz y esa guasa de un californiano españolizado deparó enormes momentos en la mágica noche de ayer, aunque memorable memorable fue el solo de guitarra del histriónico Simón, que quiso hacer partícipe a un sector del auditorio de esa bendita posesión que sufrió en la noche talaverana bajo el puente atirantado. Para calificarlo hay que recurrir a Jesulín.
En definitiva y como decía al principio, salimos encandilados de los dos primeros conciertos del XV Festival Internacional de Jazz Ciudad de Talavera y todavía con ocho días por delante para que esta ciudad embargada por la tristeza de su precaria situación salga de su rutina pesimista y pesarosa y se deje llevar por unas propuestas músico-culturales de postín que a buen seguro les satisfará. Háganme caso.
