viernes, 22 noviembre 2024
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IU, Podemos, CSD y XTalavera se frotan las manos

Es lo que hay. Los partidos políticos tienen sus tiempos y sus estrategias, como cualquier empresa profesional. Rehúyen que se les diga lo que tienen que hacer y cuándo, y mucho menos si la amenaza apenas ofrece peligro. El 11-N no tuvo mayor trascendencia que una bonita demostración de unidad y hartazgo y el Pacto ha sido igualmente ninguneado. Lógico, lo están siendo los Proyectos Irrenunciables y las 258 medidas de Fedeto… Otro papel más. 

Nunca olvidaré a mi profesor de Sociología en tercero de carrera, un tipo brillante. Me enseño a amar su asignatura, a no fiarme de las apariencias y que el pueblo llano empezó a quedar definitivamente abandonado a su suerte con el nacimiento de los partidos políticos como tales. Mejor que rebanar gaznates, decía. Le llaman evolución.

Uno que conoció el miedo más allá del hombre del saco cuando los grises salían a repartir por Moncloa y la TV de idéntico color lo reflejaba, y veía la cara de sufrimiento de mi madre porque mis hermanos mayores no habían vuelto a casa…; que lo sentí protestando detrás de neumáticos ardiendo en la N-VI y de pupitres haciendo barricadas en el Paraninfo con los marrones porra en ristre… Pues, a uno le da risa que una manifestación reivindicativa sea silenciosa y tenga normas. Y más si son tan sui géneris como ‘no vale insultar’, o ‘dejemos que los culpables nos acompañen’ y encima ‘les ponemos musiquita y cervecita’… Y no digo que hubiera que romper el mobiliario urbano, quemar, pegar… pero cuando el establishment no ve su posición peligrar y controla -¿he escrito controla?, pues sí- cualquier conato de sublevación popular la situación se sobrelleva con inusitada tranquilidad. Cosa de niños.

Resulta iluso pensar, creer, que la plebe invite a firmar con extremada laxitud una ‘condena’ al poder establecido y a que encima se personen por su cuenta. Bueno, más que iluso, es demostrar que se desconoce cómo funciona la cosa pública. Lo dicho, los partidos políticos no improvisan y tienen las espaldas muy anchas y perfectamente engranada y engrasada su maquinaria. Y sus tiempos. Y estudiados sus gestos y sus actos. Y lo han demostrado una vez más. Es parte del juego democrático.

Ahora se apela o amenaza, no sé, al poderío del electorado, por lo que se desprende que PP y PSOE se pueden ir preparando; y se anuncian nuevas acciones y esa grandísima mayoría que no tiene más intereses que los de la comunidad seguirá apoyando para que en vez de 40.000 seamos 80.000. Pero me da que la cosa, otra vez, no va a ser contundente ni va a apuntar, otra vez, a la dirección correcta, la que todo el mundo sabe. Salvo que las batutas cambien de mano, claro.

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