viernes, 26 abril 2024
- Publicidad -

Epílogo

Lo más difícil es terminar. Acabar en consonancia, con elegancia y quizá con la calidad que se demanda. Leer los tiempos es difícil, ya sea una novela, un ensayo, un partido de fútbol, gobernar un país, una ciudad… En política, como en otras facetas de la vida, es asunto complicado esto de poner el punto final. Porque se pierde el norte, el poder distorsiona la realidad, y el “negocio” al final no es cumplir con plenitud tu parte del relevo, sino que los tuyos, que tú mismo, te perpetúes, que la “empresa”, es decir, el partido, se convierta en la institución.

El PP debería ser en poco tiempo un recuerdo. No lo será, el franquismo sociológico que nos lleva —y nos llevará—, nunca nos permite manejar los tiempos políticos con agilidad; ahí está preparado el sucedáneo Ciudadanos, como muestra canónica del lampedusianismo político en la clásica filosofía de marca del pirata Roberts. Desde el comodín de la UCD, ni PSOE ni PP han sabido gestionar su agotamiento político, quizá porque socialmente nos cuesta entender la saludable práctica de la pluralidad política, de cambiar en sazón a quienes ya han cumplido su tiempo. El espectáculo postsentencia de la Gürtell, con el PP intentando sobrevivir alegando que son los únicos salvaguardas de la esencia nacional —un día después de regalar al PNV la bagatela de 4.500 millones de euros “acomodando” el Cupo vasco, a cambio de cinco votos para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado—, escenifica la quema de las naves de una acción política ya escorada irremisiblemente hacia el último recurso. Escuchar las declaraciones ayer domingo de la secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, y analizar el argumentario de urgencia que maneja el partido, ratifica tanto una forma de hacer política —no nueva, por cierto—, como que el fin ahora más que nunca justifica todos los medios.

Aquí en Talavera, como en casi todo, también nos vamos quedando muy atrás, nos hemos convertido en una ciudad muy conservadora, en el sentido lato del concepto. Conservadora en lo político. Pero también en lo social. Nos hemos acomodado a los poderes tradicionales, a los partidos verticales de uno u otro lado; y a esa oligarquía caciquil que sigue moviendo —más entre bambalinas ahora que en otros tiempos— las cuerdas de los que mandan, pero sobre todo las suyas, engrasando a unos y a otros, para después ordeñar. Esa actitud conservadora, el “que nada cambie”, nos ha hecho perder al menos este mandato, con un gobierno agotado y consciente hace mucho tiempo de sus evidentes limitaciones. Un mandato que casi nadie duda en dar por tan baldío como contraproducente para una ciudad que debería estar desarrollando y afrontando ya su modelo de cara a las próximas décadas, su posicionamiento en el complejo espacio social y económico. Años que otras ciudades están aprovechando, pero que nosotros estamos dejando pasar y que nos costará caro. Muy caro.

Redactar un epílogo es complicado; tanto como escribir el último capítulo de una novela. Acabar bien, dejar que las cosas cierren su etapa y que comience un nuevo ciclo, es algo que en política no funciona. Moción de censura aparte, una época política termina, la de los últimos veintidós años de España que inauguró Aznar, después del ciclo del Psoe de González; y continuaron Zapatero y Rajoy. Una segunda fase de la modernización del Estado, de la estabilización de las Autonomías, de la asimetría política y económica de una España eternamente encallada en sus sinos recurrentes, favorecidos por una ley electoral que premia a las mismas estructuras conservadoras tanto de territorios “históricos” cuyos votos permiten en el Congreso de los Diputados sacar leyes; como de esa España interior pastueña, invertebrada —desde el siglo XVI al menos—, y ahora puesta de moda por la tardía denuncia de un despoblamiento tan antiguo como irreversible.

Llega un nuevo tiempo de trabajar con minorías tan imperfectas como saludables para la Democracia. Quizá este mal epílogo nos traiga una época nueva, donde aplicar lo aprendido; donde acceder a una nueva fase de responsabilidad política y democrática. Iremos viendo, que esto es España.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -spot_img
- Publicidad -spot_img
- Publicidad -spot_img
- Publicidad -spot_img
Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad