Esta mañana se ha ido, sin hacer ruido y con elegancia, el poeta talaverano Joaquín Benito de Lucas. La última vez que escribí de él fue en un Día del Libro, que era, además, jornada de resaca de una de aquellas concentraciones que vivió la Ciudad de la Cerámica para protestar por la situación que padecía. Por aquel entonces le definí como un defensor a ultranza de Talavera de la Reina.
En decenas de entrevistas y artículos que han visto la luz desde mi humilde pluma he intentado retratar a Joaquín como un personaje enamorado de la ciudad que le vio nacer y que tantas veces la ha cantado en sus versos.
El gran poeta que ahora nos deja nunca olvidó su origen humilde y por eso no cesaba de contar como su padre pescaba en el río Tajo los peces que su madre vendía después. Este genio de las letras, tan bohemio y soñador, ha sido capaz de hacer que los premios de poesía que llevan el nombre de Rafael Morales y el suyo perduren en el tiempo.
Quizá porque siempre logró que vinieran a la ciudad grandes poetas, como José Hierro, que integraran el jurado y que, al mismo tiempo, protagonizaran debates para regocijo de los que se daban cita en aquellas especiales cenas, primero en El Arcipreste, y después en el Beatriz y hoy ya olvidadas.
Y es que Joaquín hasta ahora era la historia viva de la poesía del siglo XX, como muy bien escribió Jaime Olmedo, pero también fue un hombre comprometido al que no le importa poner voz a la primera gran manifestación en defensa del los ríos en aquel inolvidable 20-J o criticar sin tapujos al alcalde de turno.
Yo, que he tenido buen trato con él, siempre me he quedado con ciertas definiciones que expresaba al mismo tiempo que expulsaba el humo de su habano y mientras se enjuagaba el paladar, con su combinado, durante una amena conversación.
Poeta del pueblo y, al mismo tiempo, de los académicos, Joaquín Benito de Lucas ha sido un viajero incansable y ha recibido numerosos premios en su acelerada vida. Hasta ahora, estaba descansado en Madrid, pero sin deja de soñar con esa ciudad de azul y blanco que se ha estado desangrado durante los últimos año y que esperaba volver a ver florecer.
En la mañana de este martes, se le ha parado el reloj de la vida y el gran poeta ha dejado de existir. Siempre quedará su obra. Descansa en paz y recibe desde aquí el último adiós de los que componemos este medio de comunicación al mismo tiempo que expresamos nuestro más sincero pésame a tu familia y amigos. Allá en el cielo seguirás escribiendo versos y mostrando tu tono reivindicativo.