Hoy hace setenta y tres años que murió asesinado Mahatma Gandhi y, de ahí que hoy, debido a sus esfuerzos por practicar y propagar la no violencia, celebremos en nuestras aulas el Día Escolar de la No Violencia y la Paz.
Dice Yuval Noah Harari en su último ensayo ‘21 lecciones para el siglo XXI’ que «Lo que confirió al Homo Sapiens una ventaja sobre los demás animales y nos convirtió en los amos del planeta no fue nuestra racionalidad individual, sino nuestra capacidad sin parangón de pensar de manera conjunta y en grupos numerosos». Es decir, podemos entender que el ser humano ha llegado a donde está gracias a dialogar, a llegar a acuerdos y a colaborar unos con otros. Ninguna otra especie es o ha sido capaz de organizarse desde puntos extremos del planeta o, incluso ya podemos decir que también desde fuera de él. Eso es lo que nos ha hecho especiales y lo que nos ha hecho convertirnos en la sociedad que somos.
La violencia es el fracaso del diálogo, de los acuerdos y de la colaboración; la paz es el estado de equilibrio cuando estas tres conductas consiguen su finalidad: que los conflictos y divergencias no supongan un obstáculo y se solucionen -como solemos decir- «como humanos y no como animales», porque si algo debiera distinguirnos entre nosotros y ellos es la capacidad de resolver nuestras diferencias pacíficamente.
Todos recordamos que las palabras se dividían en significante y significado, por un lado, está lo que escuchamos o leemos; y, por otro, lo que ese signo representa. En la palabra «paz» y en la expresión «no violencia» debería existir algo más. Nuestros alumnos y alumnas y nuestros hijos e hijas pueden entender la palabra y lo que significa, pero hay palabras que solo alcanzan a comprenderse mediante el ejemplo, ya sea en las familias, en los centros, en la calle o en los medios de comunicación. Sin embargo, como dice Victoria Camps, es complicado explicar a la juventud que hay que resolver los problemas hablando si miran a los adultos y estos no lo demuestran. Y es que podremos repetir una y otra vez las palabras, pero la paz y la no violencia solo se pueden enseñar con el ejemplo.
Durante esta semana miles de chicos y chicas habrán realizado actividades relacionadas con este día; cientos de centros en nuestra región llevan a cabo programas de convivencia, ya sea mediante alumnado ayudante o mediador escolar, talleres, campañas o actividades puntuales; bien mediante comunidades de aprendizaje o iniciativas propias de cada centro educativo, de sus docentes, de sus departamentos de orientación o de las AMPA. Muchas de estas actividades suponen una dedicación extra y, a veces, un desvelo importante para el profesorado y las familias, por eso hoy quiero agradecerles su esfuerzo y animarles a no abandonar nunca estos proyectos, porque el alumnado reconoce lo que es verdaderamente importante cuando nosotros y nosotras, los adultos, nos organizamos, dialogamos y, en definitiva, les dedicamos a estos proyectos nuestro tiempo, que es de lo más valioso que poseemos. Gracias a los docentes, cada día más jóvenes luchan contra el acoso escolar, contra la violencia de género, contra la xenofobia, homofobia o contra cualquier otro tipo de discriminación, todas ellas igual de incomprensibles.
Educar en la paz y en la no violencia es Educar con mayúsculas, porque de nada sirve acumular conocimientos si estos no contribuyen a mejorarnos como seres humanos. No aprendamos ni enseñemos únicamente las palabras paz y no violencia, sino enseñémoslas con nuestro ejemplo.
Rosa Ana Rodríguez es la consejera de Educación, Cultura y Deportes