Mucho se ha hablado y sigue haciéndose en los mentideros políticos de la región sobre la ruptura de la disciplina de voto del diputado socialista Iván Rodrigo en el pleno en el que se aprobaron los presupuestos regionales en las Cortes de Castilla-La Mancha. Y es que el parlamentario ciudarraleño voto a favor de una enmienda al documento económico que presentó el Partido Popular, mientras su grupo lo hacía en contra.
Rodrigo, que además es teniente de alcalde de Tomelloso, lo hizo porque en ella el PP solicitaba ciertas mejoras para el hospital de esa población. Un voto, por cierto, que no varió el resultado final por la amplia mayoría que los socialistas ostentan en la Cámara. Eso sí, según ha apuntado Fernando Mora, presidente del grupo parlamentario del PSOE, el partido ha abierto un expediente a Iván Rodríguez y no se descarta que sea multado, según dicen las normas internas.
Esta curiosa situación no es la primera vez que la vive el PSOE de Castilla-La Mancha en las Cortes, ya que es la segunda vez que se da. Y la primera pudo ocasionar un resultado más negativo para los propios socialistas, pues no contaban con una mayoría tan abultada. Aquella rebelión tomó cuerpo en el transcurso de la legislatura 1987-1991 y la protagonizaron los diputados socialistas elegidos por la provincia de Toledo a excepción de dos.
Los representantes toledanos en las Cortes regionales en dicho periodo fueron los socialistas José Bono, Agustín Jiménez, Alejandro Ramos, Javier Corrochano, Paco Ortíz y Mariano Castillo, que acompañaron a los populares José Lara, Jesús María Ruiz-Ayúcar, Jesús García Covacho y Miguel Ángel Pérez Cabezas de Herrera –que aún no se había cambiado el orden de sus apellidos- y María Dolores Calvo Cirujano, del extinto CDS.
Eran tiempos en el que PSOE maduraba su renovación, que después comentaré, y las discrepancias entre los dos sectores existentes en la provincia: la línea oficial y la del fuentismo aparecían cada día en los medios de comunicación. Y así en este clima de confrontación el Gobierno regional llevó a pleno el Plan de Desarrollo Regional.
En dicha sesión parecía que un diputado de Ciudad Real, Anastasio López, no iba a acudir a la Cámara porque se encontraba convaleciente de una operación quirúrgica. Momento que aprovecharon los diputados socialistas para no estar presente en el Parlamento, a excepción del propio presidente José Bono y del talaverano Javier Corrochano, para dejar en minoría al partido y que se perdiera tan importante decisión.
Pero Anastasio López acudió en una silla de ruedas y la votación fue ganada por el PSOE. López, que murió por coronavirus el pasado 23 de marzo, era el alcalde de Alcázar de San Juan, cargo del que disfrutó desde 1987 a 1995 y al que llegó después de ejercer de concejal. Fue diputado provincial de Ciudad Real y regional desde 1983 a 1995, delegado de la Junta en Ciudad Real y acabó su carrera política como jefe del Gabinete de la Presidencia.
De aquellos parlamentarios socialistas – Agustín Jiménez, Alejandro Ramos, Paco Ortíz y Mariano Castillo– únicamente se mantiene el política el primero, que continúa como alcalde de Noblejas, encabezando un cartel electoral que cosecha victoria tras victoria.
Y es que en las Cortes regionales se escenificó las guerras que el PSOE desarrollaba en cada agrupación de la provincia. Quizá la más sangrienta tuvo como escenario en Talavera porque en esta ciudad era alcalde Pablo Tello, una de las tres patas del triunvirato Jesús Fuentes–Pablo Tello–Paco Ramos que dio batalla a una renovación iniciada desde Madrid, desde el guerrismo, que acabó con José Bono en la Presidencia de Castilla-La Mancha y con el presidente preautonómico Jesús Fuentes fuera del cargo.
El nuevo PSOE -que tuvo como secretario regional a Bono, primero, y Juan Pedro Hernández Moltó, después- fue renovando todas las agrupaciones de Castilla-La Mancha con cierto éxito; pero en Toledo tuvo mucha resistencia porque Tello había conseguido una mayoría aplastante en la Ciudad de la Cerámica, Fuentes era muy apreciado en Toledo, y Paco Ramos seguía en el engranaje de la Ejecutiva Federal. De hecho, mientras Tello y Fuentes agonizaban dedicados a la política municipal, él siguió en Madrid porque su valía dentro del sector de Educación era indudable.
De los tres líderes críticos, Ramos fue el que más trabas puso para entrar en política tras la llegada de la democracia. Fueron integrantes de la Agrupación de Talavera, donde Tello trabajaba como liberado, quienes le convencieron para que diera el paso. Luego mantuvo cierta distancia y reapareció, mucho más tarde, liderando una de las plataformas de apoyo a Pedro Sánchez en una provincia como ésta que quería decantarse a favor de Susana Díaz.
Aquel congreso provincial
Jesús Fuentes, que, además de presidente preautonómico, fue diputado provincial, nacional, senador y portavoz socialista en el Ayuntamiento de Toledo, ejerció como secretario provincial del partido desde 1981 a 1987 y esos cuatro parlamentarios regionales que se rebelaron le apoyaban. De ahí su malestar cuando fue sustituido en el cargo por Alfredo Arija.
Un cambio que llegó en un congreso provincial en el que concurrían para ostentar la Secretaria Fuentes y Arija. La noche antes parecía que Jesús Fuentes renovaría, pero, al final, los integrantes de la Agrupación de Villacañas, que un principio había prometido su apoyo, cambió de decisión y votó a favor de Arija. El artífice del cambio de rumbo fue un hombre que ya despuntaba dentro del socialismo provincial: Jesús Fernández Vaquero.
Tras la caída de Fuentes, había que tomar la Agrupación de Talavera, un hueso duro de roer porque aquí, sin ser el secretario general, estaba el poder de Tello. Pero al alcalde se le fue desgastando porque concejales de toda su confianza le fueron dejando. La cosa acabó en que en el 1987 un tripartito integrado por CDS-PP e IU arrebató al PSOE la Alcaldía de la Ciudad de la Cerámica.
El PSOE talaverano estaba dividido, pero junto a Tello permanecieron ciertos fieles. Alguno de ellos están en la actualidad en el equipo de Gobierno. El PSOE había ganado las elecciones, disponía de catorce concejales –luego se quedaría en doce tras la marcha del propio Tello y Antonio López-, pero no gobernó.
A algunos socialistas no les pareció que muy bien que el PP entrara en el Gobierno por primera vez en la historia, otros estaban expectantes porque consideraban que el alcalde Luis Antonio González Madrid era de los suyos y alguno más recordaba que el pacto se había fraguado gracias a las habilidades de un exsecretario local del PSOE: Federico Lafuente. Las discrepancias entre Tello y los comunistas, como él decía, hicieron el resto para que el pacto fraguara.
Pablo Tello y Antonio López, aunque ya estaban fuera del partido como concejales no asdcritos, contribuyeron dos años después a que el PSOE recuperara la Alcaldía tras una moción de censura. Luego ambos concejales integraron el grupo de cuatro del recién nacido Actal y cuatro años más tarde, con dos ediles menos, dieron la Alcaldía a Florentino Carriches.
Tello inició conversaciones con el PSOE, pero una de las peticiones fue que Isidro Flores, que encabezaba la lista socialista y era el secretario local, debería de dimitir. Emiliano García-Page, que ya era el secretario provincial, no accedió y el PP gobernó. A la siguiente legislatura, Tello dejó la política y López se integró como independiente en la candidatura del PP. José Francisco Rivas barrió en aquellas elecciones.
Ahora, con García-Page como secretario regional y Álvaro Gutiérrez, ejerciendo de provincial, las cosas están mal calmadas para el PSOE en la provincia de Toledo. Hace algo más de un mes, un ciudarraleño rompió la disciplina de voto, pero fue algo que no se puede equiparar a lo de aquella legislatura.