jueves, 21 noviembre 2024
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San Ildefonso de Talavera, lección magistral para hacer una sociedad mejor

Otras imágenes del Festival, pinchando aquí

La comunidad educativa del Colegio San Ildefonso de Talavera volvió a triunfar un año más sobre las tablas del Teatro Palenque con su Festival de Navidad.

Un triunfo que va más allá de la escena, de la interpretación, de lo artístico o de la masiva respuesta del público porque el mensaje no va dirigido al patio de butacas, como es lo consuetudinario, sino que se queda entre bambalinas, entre los propios actores-protagonistas y que no es otro que la formación en valores, aquellos que calando a tempranas edades harán a buen seguro una sociedad mejor.

El centro educativo de la Puerta de Cuartos mantiene una línea que no se circunscribe a la interiorización de conocimientos en las materias, que también es tremendamente importante. Empero no lo son menos el respeto, la igualdad de género, la amabilidad, la educación, la amistad, el compañerismo, la tolerancia, la generosidad…

Unos cimientos fundamentales que se inculcan sin el rigor estricto de la enseñanza de otras épocas ya que no se descuida que el juego, lo lúdico o  la diversión. Estos últimos representan extraordinarios y fundamentales estadios para que l@s niñ@s asimilen unos conceptos que en un futuro les hará ser mejores personas.

La multiculturalidad del proyecto MUS-e y el bilingüismo, seña de identidad del colegio San Ildefonso, están presentes en cada actividad y refuerzan ese trabajo denodado de los docentes para cumplir con la responsabilidad en la formación que los padres les han encomendado.

El Festival, que este año se titulaba ‘Esta Navidad, sueña’, se elevó hasta lo onírico para hacer realidad que un robot de juguete pudiera convertirse en un niño. Era una tarea ardua en la que todos colaboraron para enseñarle a esa amalgama de tecnología que los niños juegan, que los niños cantan, que los niños bailan; que deben portarse bien, ser respetuosos, colaborar en las tareas domésticas, ayudar a compañeros, a padres y a amigos.

Sin embargo fueron las emociones y un gran y formado corazón lo que da finalmente vida al robot y consigue que su sueño se haga realidad. Un emotivo final para un Festival de Navidad que derrochó ritmo, esfuerzo, ilusión, colorido, talento y, sobre todo, mucha, mucha satisfacción.

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