Ayer, 20 de febrero, se nos iba sin remedio, apresuradamente, “el compañero Julio”. Los que tuvimos la enorme fortuna de compartir con él aquellos primeros años de la Transición y de la consolidación del sindicalismo en la provincia de Toledo, no olvidaremos su enorme vitalidad.
Una vitalidad, un trabajo y una inteligencia que supo poner en todos sus empeños: En defensa del Tajo, como fundador a finales de los años 70 del equipo de defensa del río, impulsando junto al resto de organizaciones de Toledo las grandes movilizaciones contra el trasvase Tajo-Segura. En la política municipal, donde su enorme aportación contribuyó sin duda a mejorar la ciudad desde el punto de vista social y cultural. Y, sobre todo, un trabajo, una vitalidad y una inteligencia aplicadas y puestas al servicio de una idea de progreso, de justicia social, que desarrolló con formidable ímpetu desde la secretaría general de la Unión Provincial de las Comisiones Obreras de Toledo.
Unas CCOO que habían germinado en Toledo a calor de la enorme factoría de Stándard Eléctrica en 1971 y que en los años posteriores fueron creciendo y consolidándose con las aportaciones de compañeros de las distintas empresas de la provincia, compañeros de la Fábrica de Armas y de Iberdrola, desde la que llegó Julio y en donde trabajaba como ingeniero. Fue el ingeniero del sindicato, el ingeniero de CCOO.
Al frente del sindicato afianzó la incipiente negociación de los convenios colectivos provinciales, que apuntalaron los salarios y los derechos laborales de miles de trabajadores de la provincia: trabajadores del textil, del calzado, del campo, del metal…
Impulsó y dirigió la organización de las secciones sindicales en las principales empresas de la provincia y consolidó a las Comisiones Obreras como la referencia sindical de la mayoría de los trabajadores toledanos.
Se va un compañero. Nos queda su recuerdo y sobre nos queda sus ejemplo de vitalidad, compromiso y trabajo por una idea de justicia social tan necesaria también hoy.
Hasta siempre compañero Julio.