A las cero horas de este mismo viernes se daba el pistoletazo oficial de salida a una descafeinada, al menos inicialmente, campaña electoral que desembocará en los comicios generales del próximo 26 de junio, los segundos a celebrar en tan sólo seis meses.
Lejos de las fiestas de antaño, la tradicional pegada de carteles se convirtió en un mero trámite en el conjunto de la región, en la provincia de Toledo y en Talavera, donde los militantes socialistas ‘de siempre’, y pocos más, demoraron en más de media hora la protocolaria pegada de carteles en los exteriores de la sede de la calle José García Verdugo bajo, como novedosa anécdota, algún grito vecinal desde los balcones colindantes de ‘Iros a trabajar’ e incluso un sonoro e intimidante “Viva España”.
Anécdotas que sirven para definir el clima existente en la apertura de una campaña marcada por el recelo ciudadano respecto al desmesurado gasto que conlleva, por el fracaso colectivo de los elegidos en diciembre para formar gobierno y, también, por los resultados de la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicada recientemente, en la que se vaticina que el PP obtendría en la región once escaños, uno más que en las elecciones del 20 de diciembre; seis el PSOE, uno menos; tres la flamante coalición de Unidos Podemos, dos más que los obtenidos por Podemos en solitario; y uno Ciudadanos, frente a los tres que logró en los anteriores comicios.
Unos vaticinios que supondrían la pérdida del escaño en el Congreso obtenido por el talaverano José Miguel Camacho en diciembre, aunque él se mostró convencido en la primera noche de la campaña de que el ‘Sí‘ al cambio será mayoritario en Castilla-La Mancha y en España.
En este mismo sentido se manifestó el secretario provincial del PSOE, Álvaro Gutiérrez, que protagonizó los primeros actos electorales en la capital regional, junto a la alcaldesa Milagros Tolón, ante la ausencia en los mismos del presidente autonómico, Emiliano García-Page.
El PP, por su parte, sacó su principal artillería tanto en Toledo como en Talavera, con María Dolores de Cospedal y Carmen Riolobos acusando a los demás de “travestismo político” y defendiendo la “pureza y estabilidad” de sus siglas, aunque sin ostentación de cartelería en su puesta en escena por la austeridad propagandística impuesta en su partido.
El resto de formaciones se mostraron, igualmente, austeros, parcos, prudentes y recelosos en el pistoletazo de salida de una campaña que parece iniciarse con las ‘habas repetidas y ya contadas’, y en la que parece importar más lo que pudiera suceder después de los comicios, en forma de pactos, que su incidencia real en unas elecciones, las del 26 de junio, en las que al igual que lo que respecta a la campaña electoral en sí se adivina y vaticina ‘más de lo mismo’.
