Lo daban por muerto en poco tiempo. De eso hace ya 16 años, en el inicio del primer mandato de José Francisco Rivas. Lo avisó el ínclito Lorenzo Castellote, concejal con escaño entonces, ahora edil en la sombra.
Pasaron los años con el asunto latente, sin más, hasta que en los estertores de la hegemonía socialista, en 2010, la cosa parece se tomó en serio para abordar un asunto de suma importancia, ya que las inhumaciones están consideradas como un servicio básico local. Se compraron unos terrenos de unas once hectáreas (concretamente 114.173 metros cuadrados) al margen de la N-502, la carretera de Alcaudete, en el entorno de las conocidas Finca Minchón y la Gravera La Viña, a dos kilómetros del casco urbano. El desembolso del erario municipal, 753.541 euros. Inmediatamente se hizo un carreterín de acceso con fondos del Plan E; se acuerdan, el Fondo Especial del Estado para el Estímulo de la Economía (de ahí la E), el segundo gasto público mayor del mundo que sólo superó en esos años Arabia Saudí, cuyas reservas de petróleo le permiten eso y mucho más…
En ese 2010 la vida útil del camposanto talaverano tenía fecha de caducidad, fecha que coincidiría con la apertura de la primera fase del nuevo: finales del 2014. Fue pretencioso y/o agorero, a la vista y a los hechos está. Nada real porque fue ese mismo 2014, en abril, cuando Mármoles Granero SA solicitó al Ayuntamiento la apertura del expediente para la convocatoria del concurso para la construcción del nuevo cementerio. Los anteproyectos que presentó la empresa conquense durante año y medio fueron tumbados sucesivamente por informes desfavorables de los técnicos del consistorio cerámico.
Y es que una empresa construyera el nuevo camposanto y que asumiera la gestión permitiría evitar un “coste inasumible para las arcas municipales”, como señaló el concejal de Acción Jurídica del Gobierno Lago, Roberto González, en octubre de 2013. Un coste cifrado entonces entre 6 y 7 millones de euros que de la noche a la mañana y por arte de birlibirloque el edil elevó a 13 seis meses más tarde. Nada que ver con los más de 24 millones que presupuestaron los socialistas en 2010 y que les hicieron desistir de su construcción. Un cachondeo de números nunca explicados a la ciudadanía. Al unísono comenzaban a sonar voces opositoras a esa gestión privada. Dieron para varios titulares. Volverán.
Era moderna
Así llegamos a marzo de 2016. El Ayuntamiento de Talavera anuncia que definitivamente no se convoca el concurso, se cierra el expediente y se buscarán posibles alternativas, como construirlo definitivamente por fases. No hay dinero.
Lo que estaba claro y parecía lógico es que el nuevo cementerio, cuya estimación podría llegar a alcanzar las 60.000 tumbas, el triple del actual, no tenía que hacerse de un boleo cuando la media es de unas 475 inhumaciones anuales. Resumen: años perdidos en disquisiciones que nada han resuelto y sin un proyecto en firme a día de hoy.
El nuevo cementerio ya integra la lista de las marmotadas de Talavera (Ave, nodo logístico, cruzar el río, Área Metropolitana, menguar el desempleo, el POM, desdoblamiento de la N-V, Campus Universitario, suelo industrial, implantación de empresas….). Se lleva hablando 16 años de la necesidad imperiosa de construirlo pero nunca hay dinero y las empresas no ven viabilidad y, sobre todo, rentabilidad al proyecto.
Lo último, aunque efímero, ha sido valorar la posibilidad de aprovechar el espacio del cementerio militar, ocupado mayoritariamente por las tropas moras caídas de la guerra civil. Un lugar dentro del antiguo camposanto que está detrás de la fosa común de represaliados del franquismo y ya se ha desestimado porque podría ser impopular –Ganemos Talavera ya ha dicho que no se toca- y porque la autorización por parte del Ministerio de Defensa para sacar todos esos restos podría demorarse años.
2020, fecha tope
Así que, por el momento, se seguirán construyendo bloques de nichos que, según nos aseguran, no alcanzarían la saturación hasta dentro de 4 ó 5 años más. Entretanto se espera en este tiempo encontrar una solución que permita construir el nuevo cementerio, ya veremos si asumiendo el coste el ayuntamiento, una empresa o mediante una fórmula mixta.
La mayor longevidad, las tumbas en propiedad, las reducciones de restos y el incremento de las incineraciones permitirán llegar a 2020 sin problemas de inhumaciones en el ‘resucitado’ camposanto talaverano inaugurado en 1883. Todo tiene un límite.
