Desde este viernes y hasta nueva orden, Escalonilla –una población de la comarca de Torrijos de unos 1.500 habitantes- se encuentra de luto oficial con las banderas de los edificios municipales ondeando a media asta hasta que salga a la luz un nuevo decreto de la Alcaldía. El motivo es porque el coronavirus está golpeando fuerte a un municipio que ahora mismo está desbordado, como asegura a este digital su alcaldesa Sonia Gómez.
En una docena de días, se ha conocido la muerte de cinco vecinos del pueblo y que, además, oficialmente –aunque puede haber más porque no se están haciendo las pruebas oportunas por la escasez de material sanitario- se cuenta con veinticuatro casos positivos. Y en medio de esta tragedia, la presidenta de la corporación municipal no cesa de hablar telefónicamente con todas las familias que viven en Escalonilla, especialmente con las que tienen en su seno a alguna persona con sesenta años.
Este núcleo urbano guarda cuarentena desde antes de la declaración oficial por parte del Gobierno porque ya olfateaba el peligro de contagio. El coronavirus ha podido llegar a Escalonilla por diversas vías, pero una de ellas muy bien pudiera ser a través de unos vecinos que participaron, junto a otros de localidades cercanas, en un crucero en Italia.
Este grupo de amigos salió de Escalonilla el pasado 20 de febrero y a lo largo de una semana estuvieron visitando lugares como Roma, Palermo y Génova. Su llegada a Barcelona se produjo el día 25 y, tal y como explica la alcaldesa, no recibieron información alguna de que por aquel entonces ya había quinientos infectos y catorce muertos en Italia por coronavirus.
Los excursionistas, tras su llegada, realizaron su vida normal en el pueblo. Eso sí, algunos no tuvieron más remedio que acudir al centro de salud porque advirtieron síntomas de coronavirus y el día 11 de marzo comenzó la tragedia: se conoce el primer caso positivo. Precisamente, en el consultorio ya han causado baja una doctora y una enfermera.
Las bajas se multiplican
Unas bajas que se han multiplicado en el personal que atiende a la Residencia de Mayores ASIFPA II, que alberga a unas sesenta personas de la Tercera Edad. “El miedo –expone Sonia Gómez– hace que dichos trabajadores no se incorporen y el Ayuntamiento lo ha tenido que suplir cediendo empleados que prestaban sus servicios en la ayuda a domicilio”.
La alcaldesa no oculta su soledad y aprovecha la conversación con este diario para pedir “auxilio” y levantar su voz para que “llegue la ayuda necesaria” porque “contamos con medios muy escasos”. Sonia Gómez está diariamente en contacto directo con la Delegación Provincial de Sanidad, pero “ellos también se encuentran desbordados ante la pandemia”.
En Escalonilla no se cesa de luchar contra el coronavirus. Los vecinos, como aplaude Gómez, se están quedando en casa; los ganaderos desinfectan las calles con sus tractores; el Ayuntamiento ha puesto en marcha un servicio de compras y acompañamiento telefónico para los mayores y aquellos que no puedan salir de sus hogares; los lugareños confeccionan en sus domicilios pantallas protectoras faciales, trajes sanitarios con bolsas y mascarillas y algunas empresas fabrican guantes.
Pero de ellos no depende que se hagan las pruebas para ver si los vecinos están contagiados, especialmente los más expuestos, por lo que la alcaldesa pide que se realicen estos tests lo antes posible y así evitar que el centro de salud, por ejemplo, se queden sin sus profesionales por el ataque del Covid-19. “Tenemos miedo a que los médicos se contagien y nos quedemos desprotegidos”, subraya Sonia Gómez con angustia.
Pero entre estos gritos de petición de ayuda, la alcaldesa tiene confianza en que Escalonilla saldrá adelante por el valor de sus vecinos, por su fuerza y por su unidad. Ellos están poniendo toda la carne en el asador, pero necesitan esa ayuda que tanto solicitan.