Hoy viene a esta sección de Los veteranos de la UD Santa Bárbara un hombre que siempre amó los colores del equipo armero porque de pequeño lo vivió en casa. No en balde, el protagonista es Rafael Aguado Aguado, el hijo del mítico Rafa, que defendió la casaca de la Unión Deportiva en las décadas de los sesenta y setenta.
Se da la circunstancia que Rafael Aguado no se enroló en la UD Santa Bárbara hasta cuando contaba con treinta años de edad, en 1993, y bajo las órdenes de Juli Serrano y eso que llevaba a la entidad en el corazón.
Era un 14 de mayo de 1963 cuando Rafael Aguado Aguado vino al mundo en la Ciudad Imperial y su inicio en el fútbol se produjo a los doce años de edad en el equipo infantil del Real Madrid, combinado en el que rápidamente destacó como medio centro, pero con gran poder ofensivo.
Su progresión hace que a los quince años ascienda al juvenil madridista y actúe durante dos temporadas haciendo las delicias de la afición con su exquisita técnica, su sensacional toque de balón y sus goles. Por ello, a los diecisiete años, ficha por el Getafe -como sub-20- y aquí coincide con otro toledano como Luis Laguna.
En 1981 se compromete con el Fuensalida y obtiene el trofeo al mejor jugador de la Primera Regional Preferente. Un año más tarde firma con el CD Toledo, que tenía como entrenador a Paulino Lorenzo.
Coindice con Rafa Benítez
A los 21 años de edad se compromete con el Carabanchel, que militaba en Tercera división, y en este club madrileño solo juega una temporada, pues a la siguiente –en 1985 y con 22 años- se marcha a la AD Parla, que compite en Segunda B, y coincide con alguien que ya estuvo en la cantera madridista: Rafa Benítez, al que le une una gran amistad y el que ha triunfado como gran entrenador.
Su siguiente paso sería al Móstoles, de Tercera división, tras ser reclamado por el técnico Nacho Quereda. Es el año 1987 y Rafa cuenta con veinticuatro años. Al año siguiente, Carlos Barroso le convence para que firme con el Sonseca y consigue ascender al equipo.
Tras este éxito, retorna al CD Toledo y lo hace por dos temporadas, ascendiendo la segunda campaña a Segunda división B. Del primer equipo capitalino pasa a aquel potente CD Los Yébenes que reinó en la Tercera división y de aquí a la UD Santa Bárbara. Al cuadro armero llega con treinta años y cristaliza su adiós al fútbol al finalizar el año.
Eso sí, Rafael Aguado mató el gusanillo actuando durante siete años más en equipos toledanos de fútbol sala.