Una bola de fuego sobrevoló en la madrugada del 11 de febrero, a las 3:26 horas, el cielo nocturno de Castilla-La Mancha a 87.000 kilómetros por hora y, debido a su elevado brillo, pudo ser vista desde toda la Península, según informa este sábado la Fundación AstroHita.
Esta bola de fuego ha sido analizada por el investigador responsable del proyecto Smart, el astrofísico José María Madiedo, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), y según los resultados de este análisis, el fenómeno se produjo al entrar en la atmósfera terrestre una roca, procedente de un cometa, a una velocidad de unos 87.000 kilómetros por hora.
Estas rocas que se cruzan con la órbita de la Tierra reciben el nombre de “meteoroides”, y el brusco rozamiento de la roca con la atmósfera a esa enorme velocidad hizo que la roca (el meteoroide) se volviese incandescente, generándose así una bola de fuego que se inició a una altitud de unos 115 kilómetros sobre la provincia de Toledo, casi sobre la vertical de la localidad de Villacañas.
Desde allí avanzó en dirección suroeste, pasando casi sobre la vertical del observatorio de La Hita y finalmente se extinguió a una altitud de unos 45 kilómetros sobre la provincia de Ciudad Real, casi sobre la vertical de la localidad de Daimiel.
La gran luminosidad que alcanzó este bólido hizo que pudiera verse desde más de 600 kilómetros de distancia y, a lo largo de su trayectoria, mostró varias explosiones que provocaron aumentos súbitos de su luminosidad y que se debieron a diversas rupturas bruscas de la roca.
Recorrió 87 kilómetros
En total, la bola de fuego recorrió unos 87 kilómetros en la atmósfera y al final, la roca se destruyó completamente en la atmósfera, de manera que ningún fragmento de ella consiguió llegar al suelo.
Fue grabada por los detectores que la Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa (Red SWEMN) opera en el Complejo Astronómico de La Hita (Toledo).
Estos detectores trabajan en el marco del Proyecto Smart, que se coordina desde el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) con el objetivo de monitorizar continuamente el cielo para registrar y estudiar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes de distintos objetos del Sistema Solar.
También la grabaron los detectores que este mismo proyecto de investigación tiene instalados en los observatorios de Calar Alto, Sierra Nevada, Sevilla, La Sagra (Granada), Huelva, El Aljarafe y La Hita (Toledo).