El proyecto de remodelación de la calle Corredera del Cristo y plaza del Reloj ha sufrido un nuevo cambio, toda vez que finalmente la polémica pérgola que ha sido instalada junto a la fachada de las oficinas de Correos no estará coronada por adornos florales como inicialmente estaba previsto.
A preguntas de este diario digital, María Rodríguez, concejal de Urbanismo, ha confirmado que “en principio el proyecto era diferente y durante la obra sus arquitectos introdujeron modificaciones por cuestiones técnicas y de funcionalidad como ocurre en muchos otros casos”.
Así, pues, en el caso de la pérgola, además de su supresión en buena parte de Corredera debido a la estrechez de esta vía, la responsable municipal desvela que ante las dudas surgidas en torno a su conservación, también se descarta colocar adornos vegetales en la cubierta.
Según ésta, en la actualidad los operarios están ultimando el sellado de juntas y comprobando su estanqueidad y el funcionamiento del sistema de desagüe. Una vez finalizados estos trabajos también habrá concluido una de las obras que más polvareda ha levantado en la ciudad.
Sobre las críticas
Precisamente, sobre las críticas que ha merecido la remodelación de Corredera del Cristo y plaza del Reloj, María Rodríguez recuerda que en su momento se abrieron cauces de participación ciudadana para la elección de los espacios a remodelar con cargo al Programa Urban, así como que el diseño del proyecto de obra es fruto de la convocatoria de un concurso de ideas cuyo jurado eligió a la ganadora “por unanimidad”, quedando luego la misma a exposición pública.
Una falta de respeto a la historia las tradiciones y nuestros antepasados poner estas modernidades en el casco antiguo de una ciudad no puede ser otra cosa que el fruto de personas con un gusto aterrador desagradable y asqueroso . Suelo de hormigón farolas raras y feas… Con lo fácil que hubiera sido poner adoquines unos bancos de hierro forjado unas farolas tradicionales y algún detalle de cerámica seguro que hasta hubiera salido más barato . Pero vamos que doña María se regodea en sus modernidades