Mientras en la autovía A-5 a la altura de Santa Olalla se formaba una gran retención de vehículos, a pocos metros los santaolalleros disfrutaban en la pradera junto a la ermita de su tradicional romería de San Blas, en un fin de semana en que el tiempo ha dado un respiro y ha permitido salir al campo.
En la víspera, se cumplía con la tradición de recoger el estandarte en la casa de la hermana mayor -que este año ha sido Piedad Luna Rodríguez-, en la calle Alegría se recibía a amigos y vecinos que disfrutaban de un aperitivo y más tarde en el auditorio de la casa de cultura del concierto de la Banda de Hormigos.
Y junto a la torre de San Pedro un novedoso espectáculo piromusical que combinó luz, laser, sonido y fuego con los tradicionales castillos de fuegos artificiales y el retablo de pólvora de San Blas.
En el día del santo protector de las gargantas, se bajaba con su imagen por la senda ecológica arbolada que conduce hasta su ermita y pradera, y allí se celebró la misa en la que se bendijeron las tradicionales roscas de pan, naranjas y huevos cocidos que se venderían durante todo el día entre vecinos y visitantes.
La subasta
La tradicional subasta, de la que se encargó este año el párroco don Eloy Jiménez, se fue animando con los distintos lotes que se fueron subastando: jamones, quesos, embutidos, cochinillos, artesanías y otros tantos productos variados.
Con la pequeña procesión campestre, con la que el santo volvía a entrar en su ermita, repleta de velas encendidas y roscas de cera, y la traca final terminaba esta fiesta que ya ha cumplido ciento quince años en Santa Olalla, a la que acudió el equipo de gobierno al completo, encabezados por su alcalde, Pedro Congosto, que tuvo palabras de felicitación a la hermana mayor y de agradecimiento hacia la hermandad por mantener esta fiesta tan entrañable para los santaolalleros.