Castilla-La Mancha registró su primer caso de infectado por coronavirus el pasado 1 de marzo en Guadalajara y desde esa fecha ya está a punto de rebasar los 10.000 contagiados y los mil fallecidos, pero conforme avanzan los días son más los pacientes que van superando esta enfermedad, y cerca de 70 personas ya han realizado el viaje de vuelta.
Ana López, enfermera del Hospital Virgen de la Salud de Toledo, intuyó que estaba contagiada al sentir pérdida de olfato y de gusto, si bien reconoce que el Covid-19 ha pasado de forma leve por su cuerpo, sin tos, ni fiebre ni dolores musculares.
Ahora espera “con ansiedad” a que le vuelvan a repetir el test para saber si transcurridos los 14 días protocolarios, el virus la ha abandonado y puede volver a trabajar o, por el contrario, tiene que seguir aislada en casa.
En cuanto a las emociones, esta profesional de experiencia dilatada ha pasado del estrés provocado por las maratonianas jornadas del hospital a la ansiedad de la cuarentena. “Pensaba que era fuerte y madura, que lo iba a afrontar con normalidad, pero me superó la idea del contagio.
También sentí miedo, al pensar que el problema renal que padezco se viese agravado. Después me relajé, porque entendí que tenía que ser así, pero he sentido mucha rabia por no poder seguir trabajando. Aquello es la guerra”.
Mala organización
Y es que esta quintanareña asegura que los primeros contagios han sido fruto de la “mala organización” de los responsables del hospital, a los que “se les ha ido de las manos”.
De igual modo, ha criticado el “desgobierno” con el que el principal hospital capitalino ha enfrentado la situación, pues todos los días cambiaban de protocolo. Esa falta de previsión y de organización, unida a la escasez de material y la nula desinfección de los primeros días ha provocado, según denuncia, la proliferación de contagios.
“No nos cuidaban. Nos daban el material justito”, ha criticado López. “La gente actúa con miedo. Hay un malestar general porque no tienes lo que necesitas, ni siquiera la empatía y el apoyo de los supervisores que además de racanearte el material se les olvida que también han sido enfermeros”, ha denunciado esta sanitaria, que alerta de la huella “emocional” que el coronavirus va a dejar en los profesionales sanitarios.
“Ahora vemos que la gente nos apoya. Se nos ha encumbrado porque somos necesarios, pero siempre lo hemos sido. Somos los mismos de antes, los que soportábamos insultos y que nos tratasen como sirvientes”, ha afirmado.