El moracho Ángel Téllez se reivindica en Las Ventas a golpe de puerta grande

El moracho ofreció otra tarde de toreo caro. Téllez volvió a romperse al natural en el tercero de la tarde -donde llegó la primera oreja- y en el sexto formó un alboroto donde la espada se llevó las dos orejas, siendo premiada con una oreja la faena.

En su primero de la tarde ya no se dejó nada dentro. Entusiasmo. Conectó rápidamente con los tendidos porque la verdad solo tiene un camino. Y la verdad se demuestra de la forma que toreó Téllez. Colocado, entregado, de verdad y dando el pecho. Tal fue la colocación que se llevó un susto por parte del de Victoriano del Río, que le empaló con los pitones, dejando a su merced. Por fortuna, el toro no hizo por él. Trazó muletazos con hondura y elegancia, con gusto y sintiendo cada uno de ellos en cada tanda. Rematando la faena con unos ayudados por bajo. Una faena donde los remates de paseo de pecho se sintieron de principio a fin.

El sexto y último que cerraba plaza, fue el alboroto total. Téllez lio la monumental. Y si llega a meter la espada en el primer encuentro estaríamos hablando de faena de dos orejas. El moracho sabía que tenía media puerta grande -tras cortar la oreja en el tercero- e iba a continuar por el mismo camino de antes. El camino de la verdad.

Despliegue de cátedra en su tauromaquia a base de pases hondos y con muchísima pureza en su muleta. Extraordinarios naturales salieron de su mano derecha para poner de acuerdo al respetable y ponerle en pie. Naturales que tenían principio y no tenían fin. Un lío, de los gordos. Téllez no pudo rubricar una faena redonda cortando las dos orejas tras su fallo con la espada. Estocada tras pinchazo y acertado con el descabello.

Diego Urdiales ni está ni se le espera, al menos por el momento en Madrid. Dos comparecencias ya que han pasado sin penas ni glorias por este San Isidro 2022. En su primero y que abría plaza poco pudo hacer el riojano ante un toro de Victoriano del Río que no tenía nada dentro. En el cuarto no lo vío nada claro. Despegado y dubitativo. Algún muletazo suelto, pero sin lugar a dudas, este no es el Diego Urdiales que conocemos todos.

Alejandro Talavante fue un quiero y no puedo en la tarde de hoy. Era su tercera comparecencia de este San Isidro y se le esperaba con ganas. Se le esperaba que la tarde de hoy, pudiese ser su tarde redonda. Su inicio de muleta, lo parecía. Talavante ofreció un gran inicio con la zurda llenándose de torería con muletazos por abajo y trincherazos genuflexionado. Despertando los “olés” del público presente. Pudiendo ser… Pero acabaría siendo no, una tarde más. El extremeño decidió cambiar de pitón con el toro y se equivocó por completo. Era por el izquierdo y no por el derecho. Ahí la faena se diluyó por completo y se desintegró todo.

Con el quinto se le vio dubitativo. Bonito de estampa el toro de Victoriano pero faltó de casta y bravura como la que posee esta casa ganadera. Muletazos sueltos y sin sentido ninguno, sin coger forma. Viéndose silenciado.